lunes, 15 de julio de 2019

Día uno punto cinco.

¿Cómo fue tu día de hoy?
Tu día fue el día que no habías planeado.
La noche anterior te cancelaron tu cita del dentista, así que te quedaste en casa a hacer las cosas de casa. Como no tenías internet, llamaste y resultó que había falla general y que llegaría pronto. Llegó.
Tras desayunar y ponerte a enviar unos documentos pendientes, llamar para pedir una cita para entrevista de trabajo. Más correos y bueno.
Decidiste cantar un poco hoy, porque tenías tiempo sin hacerlo y DEBES EJERCITARTE.
Cantabas bien, bastante bien, de hecho. Te sentías casi feliz, cuando viste que un alacrán cayó a tu cama. El horror.
Estabas grabando Du susser Freund, viste que no se movía, así que decidiste terminar de grabar. Luego fuiste por un bote y un cartón para quitarlo de tu colcha y darle muerte, pero, cuando pusiste el bote encima, el bicho ¡desapareció!
No podías creer lo que había pasado, parecía que habías soñado. Tras unas cuantas sacudidas, el infeliz salió de su escondite dentro del bote y se dio a la fuga entre las cosas de tu cama. Como tenías tu computadora, almohadas y partituras, el infeliz se escondió en todas ellas. Fue terrorífico. Luego se fue abajo de tu colcha, ¿qué hacer? Desapareció de nuevo. Sabías que tenías que encontrarlo, que era cuestión de vida o muerte, pues esa especie es muy venenosa.
Y estabas sola, aterrada.
Primero echaste el veneno que habías comprado, esperaste un poco a que saliera, a que cayera, y nada; luego quitaste las cosas con sumo cuidado, la colcha, las almohadas, nada aún y, después, allí estaba, ¡ya dormido dentro de tu sábana! Aún más aterrador.
Lo quisiste poner dentro de un vaso transparente y no se soltaba. Lo quisiste aplastar con tu chancla y, tampoco se aplastaba, el colchón es demasiado suave. Lo aplastaste con el matamoscas, y nada, luego el matamoscas y un plato; seguía vivo. ¿Cómo lo podías exterminar?
Tuviste que ser más cruel. Lo pinchaste con un fierro largo y delgado como aguja que no sabes ni por qué lo tienes y lo trajiste acá. El pobre bicho se retorcía y atacaba con su aguijón. Lograste llegar al baño con el alacrán en un vaso, aún ensartado, y allí le diste fin.
La imagen de un animal mortal sobre tu cama te atormenta aún; han pasado ya varias horas.
Te quedaste ansiosa y desesperada, sobretodo porque unos minutos después, encontraste otro de esos animales en la pared y no lo pudiste matar. Escapó, herido, pero escapó.
Llenaste tu cuarto y el de al lado de todo tipo de cosas para tratar de evitar que vuelva alguno esta noche.
Estás muy inquieta. 
No has encontrado sosiego.

No hay comentarios: