jueves, 19 de septiembre de 2019

19.9.19

A pesar de no querer pensar en ello, de no querer expresar nada, de querer olvidar la ansiedad y el terror que sentí esa tarde del 19 de septiembre de 2017, ese estupor, esa incredulidad, porque, ¿en serio en 19 de septiembre? ¡No puede ser! Y sí fue. A pesar de quererme evadir y ver la televisión y poner las efemérides del día, que no encontré muchas, nuevamente caí en el tema del aniversario.
El aniversario número dos del 19s y número treinta y cuatro del terremoto del 85. Ambos nombrados diferente, ambos tan distintos y tan iguales.
Tan distintos porque, egoístamente, uno no me pegó y el otro sí. Tan distintos por su epicentro, su profundidad, sus afectaciones. Tan iguales por la gente que salió a ayudar, la solidaridad, la resiliencia, la camaradería. Tan iguales por el desastre y la destrucción. Tan iguales.
Muy a pesar mío escribo sobre esa terrible fecha, no porque haya perdido algo materia, no porque haya perdido algo de tranquilidad, no porque los cercanos a mí hayan padecido en demasía las consecuencias, no. 
Escribo por el impacto mediático, por la idea con la que todos, aparentemente todos, se han quedado del 19s: El heroísmo.
¿En serio?
Es decir, sí, se agradece a todos los que salieron de sus casas y ayudaron como pudieron a los que quedaron sin casa, o atrapados, o sin abrigo. Se agradece infinitamente, pero con las expresiones con las que me he encontrado este día de: "Bravo a los héroes", "México unido" y demás cosas y con tal avalancha de dichos pro heroísmo mexicano, me deja pensando en las motivaciones reales para ayudar. 
¿Ayudar porque se necesitaba sin más? o ir a ser los héroes de la película. No, tampoco lo escribo desde el sillón de la envidia, yo misma salí a ayudar, pero ya y punto. Salimos porque pudimos, porque queríamos y porque teníamos que hacerlo, no salimos para ensalzar posteriormente nuestros logros, ni que alguien más los ensalzase.
Si la motivación no fue la de el ser héroes entonces, ¿cómo es que los nombrados héroes permiten que ese discurso siga y tape las verdaderas consecuencias y daños del sismo del 19s y del mismo terremoto del 85?
¿En serio la gente que enarbola la gratitud al héroe anónimo no quiere darse cuenta de la manipulación de este discurso?
¿No están viendo que se pretende ocultar los daños, los derrumbes, la corrupción de lo DRO, el hecho de que se siguieron construyendo grandes edificaciones en suelos donde no eran adecuadas, el hecho de que donde se tumbaron edificios dañados ahora hay nuevos  aún más altos, el hecho de que muchas personas que se quedaron sin casa, siguen sin estarlo?
¿No se están dando cuenta de que la proclama de gratitud al héroe anónimo se está utilizando para que el grueso de los mexicanos eviten pensar, saber, investigar, mirar a simple vista, los grandes problemas sin solucionar del Gobierno Mexicano, si es que lo hay? ¿De verdad no quieren ver que, si hubo héroes fue porque nunca hubo un régimen que amparara a sus ciudadanos antes y después de la desgracia?
Tantos agradecimientos en las redes sociales y en los medios masivos de comunicación no me dejan más que la desazón de ver cómo la gente se deja cegar por el placebo de la unidad de los mexicanos y cierran los ojos fácilmente ante la gran ausencia que hay en este país piñata: El Estado.

Nota: Me costó mucho trabajo redactar esto. Me disculpo de antemano. Es el total coraje que hay en mí ante el evidente sopor de la sociedad.

martes, 10 de septiembre de 2019

La Diosa callada.

Cosas van y cosas vienen.
Apoyar.
Ahora va el apoyar el nuevo reto, la empresa que nunca pensé, pero que ya se está dando. Me da gusto que sea, que no quede en un tal vez después, que sí de haga, aunque haya consecuencias insospechadas.
¿Dónde está la Diosa para ayudar?
No quiere su ayuda, no la quiere, no la necesita, tal vez, o su nivel de ansiedad es demasiado alto.
¿Qué más puedo hacer para ayudarlo a pasar el trago amargo? Sé que no será eterno, pero así lo siente ahora, y así lo siento ahora yo también. 
No imaginamos que esa sería una de las consecuencias.
Y tu cuerpo se hace cada vez más viejo.
Tu cuerpo cada vez siente menos deseo, cada vez está más seco, tal vez hasta podrido. Siento cómo pasa el tiempo aplastante sobre mí, cómo me exprime lo último de belleza y juventud, cómo me pasa factura y me deja seca, seca.
¿Será que debo reaprender? Tal vez, pero bien quería aprovechar esa racha y sacar de vuelta a la Diosa y saciarla y nada, no pasó nada. Tan sólo lágrimas y frustración, porque no soy más que eso cuando no se da lo que quiero (en todo), pero esta vez fue bien distinto. Esta vez era un algo más que la Diosa, era expresión, era ayuda, era el precioso momento, y se fue.
No sé cuánto tiempo me queda, cada vez es menos, cada vez me canso más, cada vez el cuerpo siente el rotundo y aplastante deseo.
Un día ya no seré yo, o quizá ya no soy yo, porque estoy viviendo en la contradicción feminista, en la contradicción de la máscara, de lo que digo ser y hacer en contra de lo que en verdad hago y soy, lo que permito hacer, todo en pos del placer. 
Quizá ya no soy yo porque me he mentido, porque me he traicionado por muchos, muchos años, porque me había encontrado y me he perdido nuevamente, porque doy concesiones, porque callo. Ya no quise callar, aunque callaba, y lo hacía porque todo iba relativamente bien, porque no hubo trabas…Hasta que las hubo, y fue ahí donde se destapó lo que no pensé que se destaparía: La verdadera Diosa no tiene que suplicar. A la verdadera Diosa se le tiene que complacer.
¿Y qué pasa cuando eso no pasa? ¿Qué pasa cuando la Diosa ha vivido atada, complaciendo?
Será cansada esta etapa, sí, lo sabemos. No sabíamos que llegaría esto.
No se trata de deseo, sino de quién sí deja pasar y quién no.
La Diosa está marchitándose.