miércoles, 22 de junio de 2016

La culpa no la tiene dios, ¿o sí?

La Gemütlichkeit, aquello que el hombre anhela y que, cuando la alcanza, la defiende por sobre todas las cosas. ¿Quién no quiere un poco de comodidad en su vida? ¿Quién no quiere el statu quo? ¿A quién no le duele sentir que se ha perdido lo que se ha ganado?
Pensar que sólo uno tiene la razón para mantenerse en la Gemütlichkeit debería ser un síntoma de vejez mental, de apatía, de conformismo, como conformismo hay cuando se espera "lo que dios quiera" y no se mueve un dedo. ¿Por qué dios nos ha abandonado? ¿Por qué la fe dejó de mover montañas? Porque dios y la fe está en uno mismo, las montañas las mueve uno y en uno está el luchar para que la desgracia no nos pegue (tanto), para que las injusticias sean las menos, para ayudar al otro que no es uno, tener solidaridad. Si la dama está siendo acosada, ¿por qué no unirse a ella? Si las personas están perdiendo su empleo ¿por qué no informarse antes de juzgarlos?
Para juzgar estamos todos. Tú que no eres yo, eres menos que yo. Tú, que no estás en mi lugar, no sabes, porque no tienes hijos, no pagas cuentas, no tienes responsabilidades. Tú, que nunca has dado clases, no tienes idea de lo que es lidiar con hijos de padres irresponsables. Tú, que no crees en dios, no sabes porque no estás en su gracia divina. Tú, que no tienes hijos, no sabes lo que es el amor verdadero. Tú, que no tienes consciencia social, no sabes la impotencia de no poder hacer algo por el que está siendo juzgado por todos, empezando por ti.
Todos estamos mentidos en el mismo costal, peor aún, todos estamos siendo manipulados por quienes sacan provecho del sistema. ¿Quiénes? No sé. Y aquí parecerá que me he adjuntado a algún grupo conspiranoide, que me he dejado lavar el coco por los que quieren justicia a la mala, no sé. Pero no, ese no es el caso. Es evidente que algo pasa, algo que parece que está fuera de nuestro control y no lo está.
La unión hace la fuerza o divide y vencerás.
Los que poseen la Gemütlichkeit no la quieren soltar y no dicen nada, aún cuando se les cometa injusticia.
Los que no saben que poseen la Gemütlichkeit luchan por tenerla, aunque estén en ella, es más, desde ella es que luchan. ¿Paradoja?
Los que no poseen la Gemütlichkeit, luchan porque no se les arrebate dignidad, pero, como están importunando a los poseedores de la Gemütlichkeit, son mal vistos por estos últimos. 
Las luchas están y son válidas, es menester la justicia, la felicidad, la vida digna. Las luchas lo son hasta cierto punto, hasta el punto que nadie quiere ver: el momento de los intereses personales. 
Es sumamente cansado ver cómo esas luchas son armas de algunos para obtener lo que quieren, que en este caso, desde mi punto de vista, es separar a la sociedad, tenerla encontrada en todo momento, para ganar a costa de ella. Porque sí, cada quien piensa distinto, tiene intereses propios, le acomoda uno u otro modo de vida, pero en el momento de que alguien se opone a su modo de vida, la persona salta y se va en contra de quien lo perturba, aquel que marcha en las calles clamando justicia y en contra de su grito de justicia.
¿Y si fuera al revés? Eso también ya se ha visto. El otro desacredita al poseedor de la Gemütlichkeit por creer que su demanda es tibia y burguesa. Y ¿en serio es necesario luchar por separado? ¿en serio es válido desacreditar al otro en todo momento?
Habría que ver más arriba, descubrir los hijos que mueven los movimientos, dejarlos a un lado, desenmascararlos y seguir luchando, porque los intereses de esos son los que promueven la desestabilización, la división de la sociedad. La lucha está bien, los que manipulan a las masas so pretexto de la lucha para ganar dinero y poder, no. ¿Qué no es evidente?

domingo, 5 de junio de 2016

Extraño a Osito

No debí dar a Osito para que viajara, me dijo. Tal vez, pero no hice de buena voluntad. La buena voluntad, ¿qué es la buena voluntad? Esa bondad bonita que se guarda en las gentes, eso que hace que ayuden sin pedir nada a cambio, sólo por compasión, por hacer el bien desinteresadamente.
Ayuda, y yo que no sé pedir ayuda y cuando la brindo, que no. Entonces no y no.
Yo sólo quiero mi Osito. Ya no quiero buena voluntad, sólo quiero mi Osito.
Ahora que todo terminó, ¿volverá Osito?