lunes, 4 de agosto de 2014

Ni las mujeres gordas merecen ser amadas.

Ni las mujeres gordas, ni las flacas. Ninguna de ellas merecen ser amadas. Quizá sí las delgadas; tampoco. Las mujeres no merecen ni amor, ni respeto, ni consideración. Son objetos para entretener pupilas y carnes, para pasar el tiempo, para repasar las acciones del día, cuando se tiene tiempo sobrante.
Las mujeres son muñecas que siempre deben estar lindas, perfumadas, depiladas; deben esperar pacientemente a que se les llame, de otro modo pueden interrumpir arduas labores no femeninas, pueden robar tiempo, estorbar. Las mujeres deben dar espacio para que el mundo gire y se haga todo por ellas, casi todo, porque ellas deben encargarse del mundo, aquél mundo invisible, diminuto, carente de importancia, aquél mundo no productivo que siempre está. Las mujeres deben facilitar el paso al mundo productivo y callar las nimiedades de su intelecto. (¡Ja! Intelecto)
La inteligencia de las mujeres consiste en hacer las cosas bellas, mejor dicho, en embellecer el ambiente, el espacio. Si las mujeres intentan hacer algo más que ello, están equivocadas. 
Una buena, decente y respetable mujer jamás dejará ver sus sentimientos, no hay que incomodar a los demás con ellos, son cosa que cada una debe resolver sola, en su intimidad, por separado, sin ayuda, sin chistar. 

Ahí va la mujer sin rezongar, a que la maltraten, la vejen, le digan que no es prioridad, que no tienen tiempo ni ganas para convivir con ella. Ahí va, o no va, se queda encerrada en su casa, esperando pacientemente a que le llamen, a que se hagan presentes para ella. Ahí queda la mujer enloquecida por los demás, porque seguramente es una loca por andar pensando, por andar sintiendo, por presumir siquiera que se le trata mal. Aquí escucha la mujer atentamente:
"No mujer, no, tú eres la que está mal, si tú piensas así es porque tu cabeza así lo está creando, porque es tu imaginación fructífera, porque no estás al cien en tus labores y te pones a pensar en cosas extrañas. Si no confías en el otro es tu problema, es tu interior el que está mal; no es que el otro actúe, engañe, moleste, maltrate, no, porque la responsable de todo eres tú y solamente tú. Espera pacientemente a que se te baje ese mal ánimo y ve cómo tu proceder siempre ha sido equivocado."

Pobre de ti, quisiera ayudar un poco más, pero en estos momentos no se me ocurre otra cosa que escribir estas palabras rápidas que tal vez no sean entendidas como se deben.