lunes, 11 de febrero de 2013

Pensares


¿Qué es lo suficiente? ¿Querer como siempre se ha querido? ¿Dejarse querer por quien siempre se ha querido? ¿Dejar el amor en los tapetes de las puertas? ¿Dejar que se oree un rato? ¿Salir a pasear y esperar largo tiempo? 
¿Qué es lo insuficiente?
¿No es acaso un capricho necio el quererlo ser todo y dejarlo todo embarrado por los cielos? ¿No acaso eso derrumbó las cosas más de una vez?
¿Qué es la decepción?
Dejar que todo fluya, que se envuelvan los mares con las uñas y repitan los duros golpes, los errores insensatos. Tanta necedad por nada; tanta nada por los necios. Par de tercos, así lo llamo, y cuando lo llamo no me atiende. ¿Para qué quiero, finalmente, que me sienta?
Debería conformarme con lo que me ha dado, con la maravilla de sus ojos, con su atención y sus largas manos que sueltan de vez en cuando.
Ya ni sé por qué lo dije.
¿Será cierto todo lo que siento? ¿Será un engaño, el autoengaño, los ojos que quieren mirar lo que les conviene? La espera desespera y la duda corroe. La intranquilidad con tintes insatisfactores y los días de la semana que avanzan sin darme nada a cambio de la regeneración celular.
Hay veces que se queda vacío el frasco de la esperanza.