martes, 12 de noviembre de 2019

Tiempo de prisas.

Escribo esto justamente con mucha prisa, prisa por terminar, prisa por empezar, prisa porque esté, por prisa.
Estos días no hay control, casi que ni hay control de los esfínteres. Estos días de sorpresa diaria, de planeación nula, de que no se sabe si habrá o no habrá el descanso, aunque por fortuna hay colchón nuevo y parece ser que es bueno, estos días.
¿Qué me depara el destino a las nueve, a las nueve treinta, a las diez, a las diez con diez? No se sabe, de verdad que no.
Hoy me levanté con relativa calma pensando que sería mi martes del descanso, y no, no lo fue; fue martes de movedera, como lo fue el lunes, como lo fue el domingo, como lo fue el sábado, el viernes, el jueves, el miércoles. Y no es sólo por el trabajo, por las actividades por planear, los objetivos a cumplir, la vendimia de pumpkin pie, no, no es sólo por eso, es por las cosas que me son ajenas y cercanas al mismo tiempo.
Sé que estando allá no podría ser de mucha ayuda, más que la moral, pero al final todos quedaríamos minados, como siempre; sé que estando acá tampoco ayuda, pero por lo menos, no estorbo. ¿Es obligación total de los hijos asistir a los padres, aún cuando los padres no se ayudan a sí mismos? He de leerme como un monstruo.
En estos días no estoy del todo yo. No estoy, porque los pensamientos vuelan encontrándose con mis cabellos, como si fueran mil moscas molestas y zumbonas, de esas que atacan, pican, que no desaparecen, vuelan cerca, no se alejan y no se detienen. Estoy al día de pensamientos, de pendientes,  de acciones ajenas. Con que de eso se trata eso de que no controlamos nada.
         No, no controlamos nada.
Este día de días, no igual al otro, ni distinto, no distingo, sin distinción. ¿Qué es de los demás en este día? ¿Tratan de resolver los problemas del mundo o sólo se están quejando?
¿Y yo? ¿Trato de resolver mis propios problemas?
Este día cansado y largo, de muchos pensares, de distancias y penares pocos. ¡Cuántos pendientes, cuántos mandados, cuánto por hacer! Y no lo he pedido, ni demandado, ni solicitado.
Justo sólo quería regresar a ver televisión y cocinar con tranquilidad y tiempo, cuando llegaron los mensajes de cosas urgentes, y vi cuán difícil es mantener la casa limpia. Tan sólo me había hecho una avena y una torta de frijoles, volteo y ¿qué? ¿Otra vez la suciedad?
Este día desordenado, como yo, como todos los días, las horas, los minutos. Sí recibo ayuda, pero no hay la suficiente para las urgencias concretas.
Y así será lo que resta del año, me temo…