lunes, 23 de julio de 2012

Las cosas cuestan


No te quiero ver por el momento, no quiero oír tu voz. Caíste de mi gracia. Fue demasiado. El hablar de más, los comentarios fuera de lugar, el anteponer la gente antes que tu única hija. Si estás enfermo, lo siento por ahora; no tengo energía para cuidarte.
Si el olvido no es la vida, es tan sólo vanidad. Si el olvido es la panacea contra todo mal espiritual. Si se opta por él, ¿de nada sirvió compartir importantes sucesos de una vida, el resto de los veintes? Toda una década con mujeres, ¿y ambas decidirán dejar de quererme? Por favor que sólo sea una y no la otra; no la otra que es valiosa, inteligente y graciosa. La una se pudo ir muy lejos, pudo mentir, puro fingir todo el tiempo, no ésta, por favor...
No te vayas tú, ya se fueron casi todos con los que compartía ideas, tiempo y espacio.
Escisiones importantes, pero con el menor dolor posible. Sólo quería ver un futuro un tanto más brillante.

viernes, 20 de julio de 2012

Recordare


Una pregunta curiosa se me hizo: "¿Qué le veías?"
Las piernas, quizás, o la frente con su mosquita, o sus labios chiquitos.
"¿Qué le veías?"
Los ojitos y los cachetitos, los cabellos pesados y rojos.
"¿Qué le veías?"
Las manos largas y cómo las usaba.
"¿Qué le veías?"
La cadera, el torso largo, las nalgas, los labios abiertos.
"¿Qué le veías?"
Era generosa y un tanto desaliñada, impulsiva, alegre y después...
"¿Qué le veías?"
Después fue neurótica, pasivo-agresiva, dominante y harto territorial. Después dejó de jugar los juegos de princesas y reprodujo a su padre. Después miró más allá y me castigó. Eso ya no le quise ver.

Eso que pasó, eso que casi olvido, pero que se me ha venido a la mente estos días que he pasado por los senderos antiguos de la humillación.

sábado, 7 de julio de 2012

Permiso


¿Cómo permití por dos años ser destruida desde lo más profundo? ¿Cómo fue que no vi claramente, hasta que el mar, con sus bravas olas, me abrió los poros y los ojos? ¿Cómo fue que no salí huyendo antes? Esa felicidad enferma no se la deseo a nadie, ni a ella misma. No tengo idea si siga en su misma casa, posición y comportamiento. Espero que no.
A partir de allí anhelé libertad; respirar frescos y distintos aires; ser siempre yo; nunca dejar lo que me constituye por vergüenza. 
¿Cómo es que perdí la calma ante la desesperanza? ¿Cómo es que la duda rompió mi paciencia? Tuve que salir del remanso en extremo calmo y tomar rienda de mis palabras y mis deseos, a pesar del dolor, de lo sabido, de lo aprendido; a pesar de la comodidad tibia y tranquila de unos brazos siempre—casi siempre—abiertos y de las ideas incomparables. 
En un filo de mi vida me di cuenta de que con prejuicios no puedo vivir, de que las personas merecen amor por sí mismas. Ante esto, tomé aliento y crucé el umbral que se me había abierto de par en par.
Estoy aquí, por irme, y aquí. Vencida por la ternura y los amores prestos. No puedo más que agradecer y moverme en consecuencia a lo que yo más quiero, a lo que amo, a las ilusiones guardadas por los siglos.
Que los sueños, aparentemente, sí se hacen realidad, ¿o estaba así determinado?

viernes, 6 de julio de 2012

Abismo


¿Qué puede haber del otro lado de todas las barreras impuestas? ¿Qué hay del salto de fe, del salto al vacío? ¿Qué hay de aquél palpitar fuerte y entrañable que hace sudar copiosamente? ¿Qué hay de dejarse llevar por la marea, por muy peligrosa que ésta sea?
La carne, los sueños, la tranquilidad, la pasión, mares, desiertos.
¿Qué hay de los amores perennes? Quiero uno, lo tengo, lo cuido, lo descuido, lo arrojo, lo levanto, lo arropo, lo limpio, lo baño, lo tallo, lo admiro, lo presumo, lo quiero, lo conservo. ¿O todo lo contrario?
La confianza y las palabras bien dichas. El amor, ése, perenne, vivo.

lunes, 2 de julio de 2012

La lluvia en mi corazón


Pues sí, los rumores fueron ciertos, ¿qué se le puede hacer? Permaneceré sentada en mi sillón con todos los libros y los oídos abiertos, mirando de cerca y lejos los acontecimientos remotos que afectarán directamente a mi vida, la más personal e íntima.
Podría salir a las calles a gritar indignación o pedir el absurdo sitio de esta ciudad para que muramos de inanición. Quizás así no me sienta inútil, quizás así los demás no crean que me venció la apatía. Mas apatía no es, ni conformismo, sino tristeza de la sorda, de la que amarga un poco los ricos postres, los días soleados o las lecturas amenas. ¿Cómo puedo luchar contra lo que ya estaba dicho?
Nada puedo hacer, sino un pequeño cambio. Quizás mejorar los días, uno tras otro, ser mejor que el anterior, esforzarme un minuto más por día, estudiar y buscar.
Si todo eso no es suficiente, si los ojos risueños y los dientes pelados no lo son todo, ¿entonces qué?
El sonido viaja, deja de ser audible, pero nunca desaparece.

domingo, 1 de julio de 2012

De lejos


Perfección y miedo. Miedo a lo que no puede ser controlado. Control de todo. Control de nada, finalmente. La espera, la angustia, el bochorno de los otros, la simplicidad de sus juegos y yo sentada a la orilla de los escalones, pensando, flexionando fuertemente mis dedos para ejercitarlos, reflexionando sobre datos blandos y sueños duros. El tiempo que avanza y no ayuda, ni ahoga, ni nada; pasa de lado sin molestarse en saludar. ¿Dónde quedaron esos tiempos en los que dejabas pasar las insignificancias que no estaban en tu control? ¿Dónde está esa confianza de simplemente ser? ¿Por qué el empeño en la perfección y la parálisis del miedo?
¿Para qué seguir escribiendo?