miércoles, 31 de agosto de 2011

El agosto que se fue.


Las emociones, las decepciones. Conocer a alguien nuevo y luego ni siquiera ver cómo se larga.
Los silencios, esos terribles silencios. El muro egoísta contra el mundo de la injusticia enemistados, apenas rozados, forzados. Evitar lo más posible la intimidad y casi echar por la borda lo bordado por años, el entretejido accidental de nuestras vidas. Mejor negarlo todo, todos, a uno mismo, al vecino, a la mano que siempre está tendida. Mejor apartar de la vista a quien ha permanecido ahí por años, en mitades, en tercios y enteros.
Las irresponsabilidades más estúpidas, las omisiones; el pensar que el más pequeño requiere menos atención por su tamaño; el pensar que con cuidados mínimos se puede librar de una enfermedad. La supuesta facilidad y las garantías, no la individuales, no, las garantías que se le dan a una mercancía salida de fábrica otorgadas a un ser vivo.
Los enojos. De eso siempre estamos hablando, por eso siempre estamos así. Enojos que se tuercen con silencios obtusos y malos pasos y buenos pasos y dichos desdichos y otra vez a los mismos cuentos. ¡Ah, las culpas!
Las enfermedades. Lo que conllevan, lo que significan; las que vienen dentro de mi cuerpo y niegan irse. Como luchar contra sí misma, con ayuda de pastillas de colores. ¿Sería más fácil si fuera psíquico el malestar?
Tal vez sea la más fuerte somatización de mi vida.


Me lo quitaron y ya lo quería.


¿Por qué no llevar de regreso a los niños con los "señores feos" (así como les dicen a los participantes de la la "delincuencia organizada", así como les dicen a lo narcotraficantes mexicanos hoy en día)? ¿O es que la añoranza de la tierra natal siempre será más grande que el mayor de los peligros? Sin embargo, creo, que esto va más allá de eso y de la violencia, inclusive; va hacia la defensa de la infancia (y miren que no soy yo defensora de los menores de edad, si acaso, los tolero un par de horas) y más puntualmente, va hacia la defensa de la infancia de críos a los que conozco.
¿Por qué tan arbitrariamente han decidido llevar a los niños al pozo de la ignorancia ya bien conocida? Y toda esa gente ve la tele y el Canal 2, en donde a cada rato dicen que qué horrible, que feos los delincuentes, que mala la violencia, alguien piense en los niños, pero ¿por qué los propios padres no fueron capaces de pensar en sus hijos? ¿Por qué si allá no hay fuentes de trabajo seguras, pero sí seguras, las balas en la esquina, regresarlos a tener la misma vida por la que pasaron sus tíos, y peor, porque de menos en los años noventas no estaba tan de moda el bloqueo de carreteras, las persecuciones, extorsiones, cuotas, decapitados y guerra diurna de plazas?
Y más egoístamente, ¿por qué demonios me quitaron al niño con el cual yo quería jugar y compartir de corazón, y con mucho interés, el poco conocimiento que tengo de esta vida?

Me siento de lo más estúpida escribiendo sobre esto. Estoy molesta.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Erinnerst du dich?


Por allí decían que era único, que era especial, que no habría dos iguales, que incomparable y más allá de eso. Por allí decían. Odiarse a sí mismo por contemplarse en el espejo un millón de veces al día y dejar la producción para después, para los días en los que las ganas despierten de los sueños largos.
¿Te acuerdas cuando todo era especial, único y hermoso? ¿Te acuerdas cuando todos los obstáculos no eran más que hojas de papel fáciles de romper? ¿Te acuerdas de cada una de las palabras que ahora has desdicho, de las responsabilidades que insistías en compartir y que ahora las delegas a quien mira por la ventana y no ve más que bruma? ¿Te acuerdas de las preguntas de preocupación y que después reformulas para limpiarte la boca con algo más poderoso que el jabón?
¿Te acuerdas de los juegos, las manipulaciones, las confianzas?
Te acuerdas, o planeas seguir limpiando tu consciencia, negarlo todo, acusando injustamente.
Eran dos.

lunes, 22 de agosto de 2011

Miedo


Yo creo que todo será mejor cuando el buche del pájaro sea abierto de par en par y deje ver las semillas que ha estado ocultando para sus polluelos por toda esta temporada. Yo creo que esos sentimientos desaparecerán con el tiempo, así como el miedo que tengo al olfatear lo que es, quizá, un recuerdo muy bien guardado, relacionado con la época en la que partí y conocí a una de las personas más terroríficas de esta vida. Yo creo que será muy difícil olvidar las sensaciones y lo será también separarlas de las emociones.
Yo creo que dejarlo todo atrás, incluido lo que se tiene que hacer, hará mal, pero quizás sea necesario.
Todo esto es causado por el miedo.


domingo, 7 de agosto de 2011

Fantasías


Fantasías, juegos, una cama limpia, una cama arrugada y en la esquina, la gata; la gata que me mira insistente para que me eche cerca y ella aproveche el calor natural de mi cuerpo para no tener más frío. Todo el calor posible, a pesar del mucho más pelo que ella posee, a comparación de mí.
La gata está dormida, no hace ruido alguno. Su respiración es calmada, sólo en apariencia. Sé que algo está soñando, porque de pronto mueve una oreja, o un bigote, o su pelambre se estremece.
No puedo dejar de pensar, cada vez que la veo, en el día en que la tuve en mis manos por primera vez, el mismo día en el que ella sintió lo que es el mundo, junto a su hermano, el malvado.
A veces me preguntan qué será de mí el día en que la gata Isis no esté ya en este mundo. No quiero saber yo de eso.



Hace unos pocos días me hablaban del amor, de lo bueno que es en todas sus manifestaciones, de lo mucho que valen las otras penas para conservarlo, de que no debería sacrificársele por nada. Todo eso es cierto y por eso, contra mi costumbre en este espacio de escritura, no abrí con una pregunta esta oración, no hubo ni habrá un: ¿Será eso cierto? Porque lo es, porque ese indescriptible, abarcador, abrumador sentimiento existe y está, y jamás deja vacíos, ni dudas.



Es ese sentimiento el que me ha hecho escribir tanto en este espacio; es ese sentimiento la razón de mis fotos, de mis quejas y de mis deseos. Y allí, en el amor, he dejado todo, hasta casi el hecho de abandonar el amor mismo.



Justo hace pocos días, en la misma charla, me han dado un norte y ahora comprendo, (ahora que recuerdo también la lección última de cómo dar un buen masaje) que, como había oído de varias personas, es verdadero que las acciones también necesitan su dosis de amor.



viernes, 5 de agosto de 2011

Hartura


De este día, en el que he estado de lo más harta. De ese día que llegó bueno y que se tornó pesado, por hacer, lo que se supone no debería ser, cada vez más pesado, más tedioso. De ese día en el que el arrepentimiento por existir en esa habitación llega y no se va. De ese día en el que la frustración rebasa las frentes y en el frente ya no resta nadie y ya ni besos se pueden dar. De ese día en el que sólo se piensa en palabras que vinieron, que dijeron todo y se rememoran los gestos. El gesto.

De ese día quedan algunos restos. De los actores del día, quedarán no más que los huesos.

De este día que ya corre, que se siente pesado, que ya carga de responsabilidades y actos de los que no se puede escapar. Ya ni siquiera esas ganas quedan. De ese día en el que la reflexión habrá quedado únicamente en las rodillas, y que la cabeza fría se ha perdido en la bruma de los recuerdos. De ese día, del silencio, de saber que siempre va a ser lo mismo; que jamás se ha ido. Permanecerá.


lunes, 1 de agosto de 2011

La única


Ya no sé en qué quedó el revés que resultó volteado, lo malo que era bueno y que aparentaba ser lo contrario, ya no sé. Ni siquiera sé si quedó en algo, o si quedó trunco, o si tuvo futuro en algún momento, o si la posibilidad más inesperada se tornó imposible por la naturaleza humana. Eso seguro es; eso seguro fue; ¿seguro será?
De nuevo las líneas, esta vez no paralelas, esta vez bien curvas y juguetonas. Para siempre, como nunca, así será y siempre fue así. (Si eso fuera la mitad de de veras)