martes, 26 de mayo de 2020

Expandirse y dejar.

Tiempo ha que no soy yo. Luego me fui, luego volví.
Ahora me duele un dedo. Los malos hábitos caen nuevamente. En mí.
No soporto nada, no me soporto a mí. Quiero estar sola un momento y pensar, y no pensar, quiero vivir de refilón todo un día en mi propia intensidad. Serán las hormonas, el encierro, habitual encierro, el calor, la falta de camino, el ciclo, el enclaustramiento, el común enclaustramiento, la temperatura alta, la omisión de vía, será.
Yo sé qué será y es lo de siempre, aderezado con lo otro, lo del día y la convivencia, que se hace extraña, que se hace plana, que se hace siempre. Ser personas de hábitos no es malo, tampoco lo hace bueno, lo hace normal, normalizado, terrible y aburrido, y luego no, porque hay saltos, sobresaltos, embistes, truenos, ya no quiero. Quisiera estar sola, solita un momento, y luego quisiera no estarlo. Quisiera no estarlo cuando no quiero y luego estarlo, cuando quiero, ¿cuándo no?
De niña era lo mismo. Me aburría de estar sola y salía y me aburría de salir y me metía, me metía, me mentía. Yo creía que era genial, que era única y especial; creía que nadie más podría ser como yo y luego resulta que hay mil, millones igual a mí. Soy una copia de la copia de una copia. Lo único que me hace diferente, quizá, sea mi pobre historia personal.
¿No será también una mentira? ¿No será que vivo el autoengaño y que lo que digo ser, tener y estar, no es, ni tengo, ni estoy?
Ojalá el auténtico nihilismo consumiera por completo mi cerebro, para dejar de pensar, de penar, de sentir, de doler. Ojalá llegara el gran hoyo negro y me quitara de estas no ganas, de esta tremenda incapacidad de no ser. Ojalá tuviera las agallas de nada.
No soy yo de aguantar ni mi propia mente.
¿Qué demonios hago aquí?
Esta tarde de verdad que quise huir, por mí, por mi pie, por mi salud mental, por dejar de sudar a lágrima tendida irrespetuosa. No se puede fingir la sonrisa, el hambre, ni la satisfacción.
Quisiera simplemente expanderme, destruir y devorar al mundo, desecharlo y seguir, con el alivio del olvido. 
¿Cómo le hacen para salirse de sí?


viernes, 22 de mayo de 2020

Del fiasco.

Me resistía a escribir hoy, me resistía a escribir ayer.
Es cierto que tengo cierta sensación de incertidumbre, de hartazgo, de hambre, de hambre del alma.
¿Cómo decirlo?
Pues que esto no ha parado, ni va a parar, y el peligro es inminente. Estoy y no hablando del Coronavirus, estoy hablando de algo más pequeño e insignificante, de mí misma, mis voluntades.
Me acabo de enterar de una noticia que no me compete, que no tiene mucho para mí, o sí, no, no tiene nada, pero recordé lo que pasó en diciembre, lo inevitable, o no, la verdad no lo sé, pero tampoco tiene caso rascar ahí, porque no hay respuestas, y, si las hay, no serán para mí, porque para mí nunca lo son.
Sé que estoy esquiva, sé que no son clara, ni precisa.
No es mi intención serlo, no quiero escribir los temores que siento, ya sea porque se interpreten como los temores comunes de los otros, ya sea porque no quiero volver sobre lo mismo. ¿Quién podrá salvar a mi perra, mi piano, mis libros?
Sólo yo, y estoy aquí, totalmente detenida, totalmente impedida para salir, (aunque esta vez no es por mi físico). ¿Cuándo acabará todo esto?
No tiene fecha.
A veces quisiera que no acabara. A veces simplemente quisiera que esto continuara por siempre, así, egoísta como tantos, para no tener que salir a la luz y asumir mis responsabilidades. Ya son cada vez más.
Huyo de mi mente, no lo logro.
Mi físico lo impide. Mi físico me recuerda día a día lo inhábil que soy para hacer las cosas que deseo, que digo saber hacer. Básicamente no soy nada, soy una gran mentira, soy una pantomima, una sombra mal hecha. 
Quisiera ser ese teatro, esa gran obra de arte, la gran intérprete, la creadora del mundo, mas me veo sola, sin espejos, distorsionada y tonta. Me veo en un agujero de estupidez y pretensión. Me veo olvidada de mí y de todos, porque soy olvidable, porque ¿quién quisiera acordarse de mí?
Si ni siquiera doy clases con efectividad.
Ni siquiera presto atención a los detalles.
Ni siquiera puedo hacer lo más mínimo, el pequeño paso para continuar.
Soy un fiasco y a este fiasco se le acaba el tiempo.
Un fiasco pitañoso.