martes, 22 de febrero de 2022

Cosas

Hoy he hecho algo que jamás había hecho: He escrito una carta. Una carta que tiene quién la lea, mucho menos respuesta. Una carta que tiene destinatario, pero que ya no existe.
Hoy he hecho algo que jamás había hecho, porque no tenía sentido, porque no había un porqué, o sí, pero más grande era el sinsentido, enorme, como el año de sinsabor y responsabilidades ajenas sobre mis hombros.
Hoy he hecho algo que jamás había hecho: Una carta a una madre muerta. ¿Para qué? ¿Para descargar las culpas? ¿Para contar los pormenores? ¿Para preguntar sin respuesta? ¿Para azotar mis dolencias más hondamente sobre mis carnes, sobre mi seso? ¿Para agitar angustias y desventuras y ponerlas en el marco más grande de la casa? 
Hoy he hecho algo que jamás había hecho. ¿Qué punto tuvo todo esto? Sólo quedé más triste, más solitaria, con ganas de no hacer nada, de escribir más y más y de quedar en silencio, vago silencio. Sólo quedé con el estado de ánimo alterado, lejano, lacónica, como se me solía decir. ¿Para qué he hecho esto si sólo me he sentido peor?
Hoy he hecho algo que jamás había hecho. ¿Fue mi ego solamente? ¿La necesidad de recordar, de ensalzar, de crear un recuerdo, porque quizás no fue así? No se me ha desdibujado su carácter, su genio, sus manías, tampoco se me han desdibujado sus palabras y sus actos de amor y de ternura, pero no, no las digo, no las hablo, o quizá sí, y demasiado, y quizás he hartado ya a esa gente, a ese casi único interlocutor eterno.
Hoy he hecho algo que jamás había hecho. Y no quiero hablar más de ello.

Cuando aún no era mi mamá.


martes, 15 de febrero de 2022

Se fue el 14 de febrero.

Aún recuerdo cuando mi madre vivía.
Justo ayer rememoraba cuán difícil era el vivir con ella. Cuán irracional parecía a veces, casi siempre. Esa vez que le avisé que saldría con un amigo y que me llevaría tarde a casa, hasta la puerta de mi casa, esa lejana y fría y no le importó el aviso, ni la rectitud de mi amigo y su disposición, e hizo un drama de grandes magnitudes porque la película que empezaba tarde no acababa a la hora que ella quería y porque no me teletransportaba y porque me llevaba un amigo hasta mi casa a entradas horas nocturnas. No, no le importó la oportunidad y estuvo molestando vía telefónica por todo lo que pudo, hasta que se cansó y no, yo no era una adolescente, sino una mujer ya entrada en los veintes. (Antes de que me digan cualquier cosa de que por qué seguía en casa, han de saber que dejar ese techo es lo más difícil por economía y por mente, se logró, pero se le trabajó). Lo primero que dije al terminar mi relato fue: "No vuelvo a tener mamá", porque MADRE no es sólo la que te arropa por las noches, te mima y vela por ti cuando estás enfermo, ni es sólo la que siempre te respalda y que tú sabes que no estarás solo, no, madre también es aquella que crea tormentas mentales, se crea historias, te recrimina, quiere que haga lo que ella quiere cuando ella dice, sin tomar en cuenta la voluntad del hijo; madre es la que te tiene como hijo, extensión siempre suya, te inculca valores y se empecina en que cumplas sus mandatos, tal cual ella los imagina,  y que, a pesar de que sí los sigas, esté convencida de que estás errando el camino.
Sí, eso también es madre. Yo no sé qué angustia tan más grande pueda tener una madre, que se convenza día a día que afuera todo es peligro, que tú no eres capaz de sobrevivir sin su guía, que seguramente has sido el más sordo y no hayas jamás oído sus consejos sabios sobre la vida fuera y dentro de casa, sobre las relaciones interpersonales, sobre el cuidado personal. No, no lo sé. Una gran amiga me ha dicho que no tenga hijos porque se vive en total angustia por ellos, por su bienestar, y le creo, tan le creo que, ya a la distancia, lo he visto con mi madre y he visto cuanto espanto tenía ella de mí, por mí y para mí. ¿Y yo, madre? ¿No lo logré acaso?
Ya está por darse un año de su muerte, inesperada y esperada, y aún estoy en duelo. La extraño, lo bueno, mas lo malo está ya muy lejos. Esa relación terrible que tenía con ella ya no será más, para mi pena y también mi alegría. Hace un año, un 14 de febrero de 2021 lo único romántico que hice con mi Amor fue un arrumaco fugaz por la mañana, toda helada y dura, porque nos estábamos quedando a dormir en la casa donde ella rentaba y porque allí no había más que cartones y cobijas para acostarnos, y el piso, además de duro, era sumamente frío. Yo recuerdo que me acomodé para acercarme por un poco de calor al cuerpo de mi amado y ya…Feliz 14 de febrero. El resto del día, supongo, fue duro. Fue de hospital, de tronarnos los dedos por dinero, de espera porque sobreviviera mi madre, de cansancio por haber dormido muy mal. Mi Amor dice que estuvo conmigo porque ni modo de dejarme sola. Quiero pensar que hay algo más que eso, que lo hace por amor verdadero, porque él es mío como yo de él, (aunque se pongan furiosas las que rechazan el amor heterosexual, aunque sepan que el nuestro no es nada heterosexual, pero si se exaltan al leer que nosotros nos pertenecemos y simplemente le dan lectura de amor normalizado, horriblemente llamado romántico, no merecen explicación alguna de la naturaleza de nuestro amor bisexual-dominatrix-esclava que hay entre nosotros) y que valgo tanto para él como él para mí.
Me acordé de ese 14 de febrero tan áspero y lo contrasté con el 14 de febrero que acaba de pasar, donde tuve el disgusto de leer por todos lados lo terrible que es el amor heterosexual y cuánto hay que analizar y sobreanalizar las relaciones, no sólo porque el capitalismo nos dicta las conductas sociales, sino por los vínculos enfermos que se crean a partir de éste, sí, pues, todo eso es cierto, pero es totalmente injusto, cansado y hartante leer comentarios al respecto el día de los enamorados, el día que una puede y quiere estar con su Amor, porque al fin, tras un largo año, hemos tenido el tiempo de relajación y nos hemos encontrado nuevamente a nosotroas mismas. Cuando finalmente hemos podido tomarnos de la mano y recordar nuestros años juntos, sonreír, reír, tocarnos y disfrutar. 
¿Por qué convertir el Día de San Valentín en un espacio de análisis duro y seco y no dejar en parz a los verdaderos enamorados? ¿Por qué el énfasis de la lección y del recordatorio? Entiendo lo de las distintas posibilidades para ver el camino tortuoso o feliz del amor verdadero o no, pero ¿por qué demonios tengo yo que leer esas reflexiones y por qué no caen donde deben de caer?
De tanto leer estas cosas lo mejor que pude hacer fue relajarme, bañarme, perfumarme, vestirme bonito y salir con mi amorcito, a una cita íntima para comer wafles a la moda, que no había encontrado en años, café y unos tacos en el puesto de la esquina.

Gracias mi Vida, por tanto, por todo, por ti.
Mi Amor y yo

Wafles a la moda


jueves, 3 de febrero de 2022

Incómodo silencio

De un comentario cualquiera al silencio.
No sé cómo resolverlo. Esta vez no lo sé.
Quisiera tener la certeza de saber qué se oculta atrás de la cortina, qué es la molestia primaria, pero la tengo, pero no la quiero decir, porque hay algo allí enterrado que incomoda, como una uña del pie, algo que trae consecuencias y charlas que no se quieren decir, porque estorban, porque no son fáciles de expresar. Quisiera acallar lo que me muele, y no puedo, no puedo ni quiero, pero debo, porque además de mí hay otro y ese otro también ha estado incómodo; ha perdido todo un año de su vida a causa mía y de los míos. ¿Cómo salvar eso? ¿Cómo no arruinar las cosas?
Mi desinterés no ha sido más que falta de momento. ¿No merezco acaso una segunda oportunidad en el interés?
También yo soy tajante. También digo las cosas y las quiero ya. También. Pero algo trivial, que al final no lo es, ha cerrado las voces el día de hoy y se ha convertido en uno de los días más inquietos y pesados. ¿Será acaso el momento de hacer una separación de intereses? ¿Será acaso que nunca los hubo en común y que todo era fingido? ¿Qué es la realidad en esta relación? ¿El equipo simplemente se ha formado en las adversidades? ¿Será que las cosas que decía me eran interesantes no lo son y solamente me he estado adecuando a los suyos? ¿Cuáles son mis intereses? ¿Qué es el tiempo? ¿Cuál es el momento correcto para compartir? ¿Se puede regresar el tiempo? ¿Hay un futuro en común? ¿Y yo? ¿Dónde he estado yo?

¡Qué se yo!