viernes, 1 de diciembre de 2023

Marranazo o azotó la res.

Es extraño. Es doloroso. Extraño a mi mamá, porque a pesar de saber que ya poco hacía por mí, que ya no tenía fuerzas para levantarme, que me regañaba cuando me daba fiebre y no quería moverme de mi cuarto porque me sentía mal, que me decía que me dolía la panza por tragona, aunque lo que tenía yo era cólico menstrual; a pesar de que tenía muchos años que no me hacía un tesito o alguna comida especial cuando estaba mala… Estoy escribiendo muy mal.
El caso es que caí en el baño y me pegué dolorosamente en el coxis, todito el coxis duele. No puedo estar en una posición cómodamente, ni incómodamente y, que, a pesar de que mi madre no podría hacer nada por ayudarme, por lo menos estaba allí para decirle, para que me regañara o me dijera: "Ay B…" pero no, no la hay, no hay tal madre, ni tal regaño, ni nada. Sé que hubiera sido exactamente lo mismo, pero por lo menos hubiera estado por allí, pero nada.
La vida es ese catorrazo épico que te das de vez en cuando y que te deja deshabilitada por algunos días, ¿y mi miedo a permanecer deshabilitada? Ese siempre.
La inevitable decadencia del cuerpo o todavía puedo.
Debo poder. Es mi obligación. Nadie va a mover este cuerpo más que yo, nadie.
Pero, bueno… También lloré en la mañana porque quería un regalo de navidad. Es raro tener regalos… raro de poco frecuente.
Dejaré de escribir, porque no pienso bien y porque me duele la cola.
Fin.
Sólo sé que caí, azotó la res. Caí en el baño, mientras me duchaba, caí totalmente enjabonada, me resbalé tontamente y no pude mantenerme en pie y caí, así, simplemente sentí el duro golpe en toda la cola, en todo el coxis y lo único que pensé fue: "¡Ay, mi coxis!" Y luego grité y dije AU-AU  y nada, nadie me preguntó si todo bien, a pesar del grito, porque sí estaban los vecinos, que son los caseros, pero son algo sordos, aunque siempre me dicen que "Lo que necesite" y sí, lo necesitaba, pero estaba yo allí, toda encuerada, tirada, con la cabeza a pocos centímetros de la taza, (no tan pocos, como 20), y pensaba que no podría obtener ni pedir ayuda, porque mi condición no era decente, ni tantito. Entonces simplemente me obligué a estar ahí, inmóvil un rato, tratando de checar internamente que sí me podría mover, mientras escuchaba el chorro de agua constante de la regadera, que quizás nunca arreglemos, porque no quiero invertir más en esta casa, sino en la nuestra, y cuando decidí levantarme, procuré hacerlo lentamente, coger mis chanclas, el rastrillo apartarlo, poner mis pies sólidamente sobre el calzado para no resbalar de nuevo y terminar el baño entre queja y queja, doliéndome sin llorar (o quizás sí, pero ya estaba bajo la regadera) y cerrar el grifo, secarme, cepillar mi cabello y llamar a mi Amor para informar lo que me acababa de pasar, ahora sí, gimoteando, de dolor y de miedo por estar sola y de verdad ver que la asistencia era remota, remotísima, y luego ir a la cama, finalmente y simplemente sentir dolor.
No soy buena con el dolor, con ninguna dolencia, tampoco con los golpes.

AU