martes, 27 de septiembre de 2011

Otoño y los planes truncados.


De esos pleitos que no conciernen, de esas historias que cansan, de mujeres que creen en lo que está más allá de lo evidente. Las buenas ganas y las malas también. Los regalos de la nueva estación en mi cuerpo que no quiere mejorarse o mi mente que se aferra a ese sentirse no tan bien y las penas de los ojos inventados y las lenguas hechas polvo por los kilométricos recorridos bajo el sol que promete quemar inmisericordemente las más sensibles pieles.
Venir a refrescarme en los suelos fríos, los ardientes pies enbotados y prestos para las lluvias inexistentes; tomar las aguas algo tibias y las comidas recalentadas; sobar y ser infeliz y tener ganas eternas de dormir sin parar, para que, tras varias horas, las espaldas revienten de estar en una misma posición.
Deseo. Duermo. Descanso.
Este Otoño que comienza para muchos del norte y que allá en el sur, primavera es.


lunes, 12 de septiembre de 2011

La divinidad


La divinidad que nos alcanza, como el tiempo, como la sombra de la pesadez. La divinidad que atraviesa el cuerpo cuando las harmonías son perfectas, cuando la voz finalmente fluye. La divinidad que vino y dejó todo claro. Sané.
El cuerpo, traicionero, en dolores varios y las respiraciones de emoción entrecortadas. El control perdido y hallado en minutos importantes. Quizás todo hubiera sido mejor para la ejecución si las respuestas hubiesen terminado acalladas por el brillo de los alientos o aplastadas por largos acordes de órgano, mas no: las ondas sonoras rebelaron la verdadera magnitud de las cosas, los detalles nimios y todo aquello de verdadera carencia de importancia fue erradicado, (¿verdaderamente lo fue?).
Comunión en la sala de conciertos y el descubrimiento más exquisito de un dios físico e inmortal, del que jamás debí renegar y al que he de seguir sirviendo, fiel y bellamente.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Que me perdonen



De los humores raros, de levantar olas, de cansarse por aguardar sin querer el tiempo. Del cansancio inexplicable del cuerpo y los números que transcurren en la pantalla del ordenador (o los segundos que suenan algo constantes desde el reloj de pared).
De defenderme y de darme cuenta que no siempre envejecer hace más sabias o más cautas a las personas y que, tristemente, las hace más rencorosas, más propensas a la crítica injustificada, más persignadas.
De no saber quien ha perdido a quien, pero bien oír en mi interior la voz justiciera, la voz que me sabe y apacigua los demonios; el escudo protector.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Corajes contenidos.


Corajes contenidos, corajes retenidos. Palabras.
Que es mejor decirlo todo aunque se eche a perder la sopa.
La molestia y la gente que ha cambiado, o la gente que se ha mostrado tal cual es.
Entre la sabiduría popular y las explicaciones mágicas, tantas cosas que de la mesa caen. Serán las decepciones las que al final alejen a la gente.
Dejar ir.
No dejar ir.
Decir según deseos, porque la lengua es valiosa, porque defender a lo amado vale y defender quien se es, también, su comodidad, su familiaridad, de lo que ha sido forjado.
Si algo se hace de corazón, ¿por qué ponerle más trabas al oficio?
Más vale la autenticidad en vida que reprimirse hasta la muerte.