viernes, 14 de octubre de 2016

Este corazón desvalijado.


Tras un viaje apresurado, incómodo y poco reconfortante. Tras conocer por segunda ocasión el país vecino del sur y mirar a través de él mi propio país, he de decir que la vida acá no es tan mala, ni esta parte del 3er Mundo lo es, no así sus habitantes, por ellos no meto la mano al fuego, (lo siento connacionales), porque sigo viendo cómo las voluntades son destruidas por lo que dicen los Medios, todos, la televisión, la radio y la internet, porque se paralizan con el exceso de información que hay en la internet o se quedan en el limbo y en el fácil entretenimiento sin reflexión que otorga la televisión. Pero bueno, este no es el motivo (votivo) de esta entrada, ni siquiera el del describir lo bello que se ve el atardecer a través de mi ventana y cómo, al mirar hacia la cazuela donde se ubica la gran urbe llamada ahora Ciudad De México, puedo ver cada vez menos de ella, gracias a unos majestuosos árboles que crecieron sin que me percatara. No. (¡Cómo extraño mi DF!)
                       
Allá la mentada CDMX que ya no se mira por tanto verde.

El motivo de esta redacción, que, espero no hacer demasiado enredada es el de hablar de y por mí, porque yo no soy como los otros, porque me defiendo de las agresiones externas metiéndome en un bello caparazón, en un mundo interior, como dice la canción favorita de una gran amiga del show televisivo 31 Minutos. Pero ¿qué pasa cuando este mundo interior tan precioso sufre un desperfecto? (Qué bella se ve la puesta de sol) o, mejor dicho ¿qué pasa cuando el exterior te agrede de tal forma que no te queda de otra que refugiarte en tu mundo interior, pero éste tiene una gran y absoluta ausencia? 
Lloras y lloras desconsoladamente, por las tardes, por las madrugadas, cuando vas al lugar laboral, cuando recién sales de la ducha. Lloras y no poquito; lloras mucho y fuerte por su falta, por tu falta, por tu error, tu descuido, porque sabes que no volverás a verle. Mi Bolillo. (Sé que es un objeto, un osito muy bonito y blanco con brazos y piernas largas y un moñito rojo, lo sé, sé que es un algo y no un alguien, pero tenía algo más allá que fibras sintéticas y forma de juguete: Un alma bonita.) ¿Qué se le va a hacer si ya no está, si no me esperó en el aeropuerto, si alguien lo levantó y no lo llevó a objetos perdidos y se lo quedó consigo, haciendo que yo me convirtiera en un mar de lágrimas, ya muy cansado de serlo, mas irremediablemente seguir siendo?
Este corazón desvalijado no deja de culpar mi descuidada persona, mi correr por las escaleras, mi falta de atención por esos diez minutos en la fila del bus para ascender al avión. Ya ni llorar es bueno, dirían muchos.
Pero luego recuerdo bien cómo, al estar en un país extranjero, quien fuera nuestro anfitrión pareciera que se avergonzara de su país, de sus costumbres, su comida y su gente, pareciera que su pequeño país, por ser pequeño y latinoamericano, no fuera digno de ser mirado con ojos de asombro así, tal cual es, con sus bemoles, pero con lo otro, muy rico, que hay: La diversidad en aromas, colores y sabores. 
La pobreza y la desigualdad es muy grande en ese país, pero ¿por qué ocultarla? ¿por qué querer dejar en el extranjero una imagen falsa y escénica, de un progreso que aún no está allí?, ¿por qué no dejar que el extranjero se cree un juicio propio de tu país con las cosas diversas que ha podido ver?, ¿por qué tanta vergüenza si tú también eres parte de esa Tierra, si ahí naciste, ahí creciste y de allí aún mamas?
Tanto acá como allá somos muy pobres, muy desiguales, muy contradictorios, pero no veo un motivo verdadero para ocultar tanto la cochinada como la riqueza; porque si alguien viene de lejos y quiere conocer lo que yo conozco, lo llevo a mis lugares favoritos, lo interno a mercados, le doy comida que hacen con las manos, le digo cuidado aquí, cuidado allá, pero no desprecio lo popular, ni el factor humano que está íntimamente relacionado con la Historia. Ya si el otro quiere desperdiciar el largo viaje y entrar a una cadena de hamburguesas, allá él.
Sí, estoy hablando de Guatemala y de México.