lunes, 9 de diciembre de 2019

25 días para mi cumpleaños, tengo talento.

Este año ha sido una mezcla de sensaciones y sabores, casi sin sabores, pero con sabores, todos diversos, desde la alegría, la ternura, la tristeza, desolación, aislamiento, aburrimiento, terror, hasta el hartazgo y la desesperanza.
Este año está acabando ya, pero como si no lo quisiera. De pronto me viene a la memoria la pérdida, pareciera tan lejana, pero fue hace unos meses, aunque ya se cumpliría un año de eso… Y aún duele a veces. Todavía lloro poquito.
Este año me enseñó que la frustración duele, arde, enferma.
Este año he tenido bastante roto el corazón. De comenzar bien a la tristeza a la desesperanza, pasando por la locura, y justo esa locura me orilló a parar, a quitarme lo bello, lo más bello, a vaciarme, a dejarme con el hueco, en negro.
¿Por qué he optado por el silencio? ¿Por qué no emito más sonidos? ¿Por qué me he alejado tanto de esa extraña pasión que muchas veces se muestra infructuosa, que, cuando pasa no me da la satisfacción que imagino porque mi cuerpo y mi mente me traicionan? ¿Dónde está lo bello?
Veo que todos hacen su Arte, que tocan sus objetivos, los juegan y tienen satisfacción. ¿Me estoy comparando?
¿Y el patriarcado? ¿Qué se hace con ese estorbo? No se va a caer.
Me da ternura ver el entusiasmo de las más jóvenes, las que piensan que sí se va a caer. (Total desesperanza la que tengo).
¿Y qué lucha se va a hacer? ¿Qué lucha tomar? ¿El ARTEEEEEE? ¿La caída del patriarcado? ¿El aborto legal? ¿El simple derecho a ser personas iguales y sin restricciones?
No puedo dejar de darle vueltas a las cosas que molestan, que incomodan, no puedo dejar de sorprenderme cómo la gente prefiere el status quo, y las entiendo a la vez. A veces anhelo un poco de eso, para poder comprarle a mi amor algo bonito para esta navidad, ¡pero no me va a alcanzar! ¿Cómo le hacen los demás?
Va a ser ya mi cumpleaños y lo único que querría es ver a la gente que quiero y comer rico con ellos, así, sin peleas ni complicaciones. Estoy tan cansada que no puedo enhebrar idea alguna; todas quedan zafadas, así como estoy yo:

Z             A    F            A    D                      A

Deschavetada


Creo que este año perdí tanto como gané, pero ¿por qué siento que he perdido más?

martes, 12 de noviembre de 2019

Tiempo de prisas.

Escribo esto justamente con mucha prisa, prisa por terminar, prisa por empezar, prisa porque esté, por prisa.
Estos días no hay control, casi que ni hay control de los esfínteres. Estos días de sorpresa diaria, de planeación nula, de que no se sabe si habrá o no habrá el descanso, aunque por fortuna hay colchón nuevo y parece ser que es bueno, estos días.
¿Qué me depara el destino a las nueve, a las nueve treinta, a las diez, a las diez con diez? No se sabe, de verdad que no.
Hoy me levanté con relativa calma pensando que sería mi martes del descanso, y no, no lo fue; fue martes de movedera, como lo fue el lunes, como lo fue el domingo, como lo fue el sábado, el viernes, el jueves, el miércoles. Y no es sólo por el trabajo, por las actividades por planear, los objetivos a cumplir, la vendimia de pumpkin pie, no, no es sólo por eso, es por las cosas que me son ajenas y cercanas al mismo tiempo.
Sé que estando allá no podría ser de mucha ayuda, más que la moral, pero al final todos quedaríamos minados, como siempre; sé que estando acá tampoco ayuda, pero por lo menos, no estorbo. ¿Es obligación total de los hijos asistir a los padres, aún cuando los padres no se ayudan a sí mismos? He de leerme como un monstruo.
En estos días no estoy del todo yo. No estoy, porque los pensamientos vuelan encontrándose con mis cabellos, como si fueran mil moscas molestas y zumbonas, de esas que atacan, pican, que no desaparecen, vuelan cerca, no se alejan y no se detienen. Estoy al día de pensamientos, de pendientes,  de acciones ajenas. Con que de eso se trata eso de que no controlamos nada.
         No, no controlamos nada.
Este día de días, no igual al otro, ni distinto, no distingo, sin distinción. ¿Qué es de los demás en este día? ¿Tratan de resolver los problemas del mundo o sólo se están quejando?
¿Y yo? ¿Trato de resolver mis propios problemas?
Este día cansado y largo, de muchos pensares, de distancias y penares pocos. ¡Cuántos pendientes, cuántos mandados, cuánto por hacer! Y no lo he pedido, ni demandado, ni solicitado.
Justo sólo quería regresar a ver televisión y cocinar con tranquilidad y tiempo, cuando llegaron los mensajes de cosas urgentes, y vi cuán difícil es mantener la casa limpia. Tan sólo me había hecho una avena y una torta de frijoles, volteo y ¿qué? ¿Otra vez la suciedad?
Este día desordenado, como yo, como todos los días, las horas, los minutos. Sí recibo ayuda, pero no hay la suficiente para las urgencias concretas.
Y así será lo que resta del año, me temo…


viernes, 25 de octubre de 2019

Día a día

Ya casi es noviembre, ya casi. ¿Y qué se ha hecho? Pues nada, el día a día.
¿Qué es eso que siento todo el tiempo posible?
¿Qué es aquello, lo que me confunde y me deja seria?
Apenas hoy a medio día vino mi gata Asuka; anduvo fuera por dos noches, ¡dos noches! Y las cosas terribles que pasaron por nuestras cabezas. Entre vecinos malvados, perros sueltos, lluvias torrenciales y bichos venenosos.
Y apareció. ¿A dónde se fue? No lo sabemos. Ojalá no vuelva a irse por tanto tiempo. Nos pusimos tristes, locos, descorazonados, terrible. Llegó.
¿Qué es la familia sino este pequeño y hermoso núcleo formado desde hace casi un año?
Estos días van y van, transcurren; a veces con diferencias pequeñas, a veces con grandes sobresaltos, y sólo miro cómo corre el tiempo, mientras ansío dar algo más. Lo que sea que sea algo más, lo que sea, ¿lo que sea? No…
Se me vació el cerebro.
El día a día transita sobre mi cuerpo, mis extremidades se cansan cada vez más, mi mente se exprime casi innecesariamente, las emociones me aplastan…Y viene el día que sigue y que sigue y el día, la noche, la tarde se expande, me engulle, luego me escupe. Salgo del camión y camino; tomo otro camión; camino; me derrito dentro; camino; me siento, pienso, expongo. Hablo un poco; luego callo. Sondeo los movimientos, veo las inteligencias, y luego, callo. Explico y callo. El silencio no es tan grande, el ruido tampoco. La concordia se hace grande; después desaparece.
Subo al camión, me bajo, subo al camión. Leo un poco, me indigno y llego.
Los días no son iguales, son distintos unos de los otros, pero me parecen iguales. ¿Qué debo cambiar para ver la diferencia? Nada. O quizá todo. Avanzar lento entre la maleza y lograr los objetivos. ¿Qué objetivos? Todos, los pendientes, los añosos, lo que surgen, aunque estos últimos van minando mi inteligencia y capacidad de concentración.
Cuando pase un año más sabré de qué madera realmente estoy hecha.
Mientras tanto, seguiré escribiendo un poco por aquí y soñando con enormes plazas comerciales que a la vez son bibliotecas, cines, teatros y hospitales.
Necesito un colchón nuevo…


martes, 15 de octubre de 2019

Pendientes

Tuve que escribir, a pesar de no querer. ¿Por qué tuve que hacerlo?
No hay lugar como el hogar, el hogar, y ese antiguo hogar al que me niego a regresar, aunque se me ha pedido por el padre, porque se encuentra enfermo, pero ¡no hace caso a las indicaciones médicas! ¡Deja su tratamiento! Y la madre, que se ha quedado con él azarosamente, se cansa, pero no me pide que vaya, porque sabe que el padre sólo quiere atención.
Pienso en él, en lo que ha hecho por mí en el pasado, y sé que debería ir, ¡pero cuando fui se había ido con un sobrino! ¿Cómo hacerle? Me encuentro lejos, a casi cinco horas de distancia en camión, porque manejar me agota bastante, y el frío. 
Pienso en los pendientes que tengo también acá. En esos proyectos atorados, en que no sé cómo empezar. Pienso en lo que necesito hacer, en las esperanzas y la espera. Sólo pienso. Luego termina la semana y comienza la parte de ir a trabajar, viajar, ver qué doy de clase, seguir, y pienso… luego hago. 
Y continúa la siguiente semana, no tan exactamente igual a la anterior, pero con unos muros de silencio algo inquietantes. Yo no sé qué hacer.
A veces me siento sola. A veces dejo simplemente que el Amor se encargue de la casa, pero luego no se puede, porque siempre falta algo por completar, un trapo, dos cucharas, la ropa. No sé. Tampoco puedo soltar del todo, porque no sé soltar y, cuando suelto, algo raro pasa.
También la gata Isis ha estado más caprichosa que nunca; con esos deseos de pasear en el balcón a mitad de la noche. Me despierta y no puedo hacer nada, porque lo despierto, no le puedo hablar, porque lo despierto. Entonces me levanto, la regaño o la saco, y de todos modos lo despierto. Quisiera que él se despertara también y viera por ella. Dice que lo hace cuando yo no lo hago,  no sé, supongo, porque hay noches en las que sí logro dormir de corrido, y pienso.
Han sido días extraños, pesados, raros, molestos. Han sido días en los que no me acomodo y sé que él tampoco del todo. Los tonos, los modos, y yo me quejo, porque sí.
Son días en los que mi necedad se encuentra con la necedad de los demás, en los que no encuentro más que desesperanza, donde por más que veo, pienso y pienso, leo, razono y pienso y luego él me explica el otro punto de vista, no encuentro más que callejones sin salida.
Sí, el macho siempre será macho.
Sí, el macho no desaparecerá nunca.
Sí, el macho está instalado en su sillón de la comodidad.
Sí, el macho tiene el poder.
Sí, el macho está riendo justo en este momento de toda mujer, hasta de su madre.
Sí, no hay manera, no-la-hay, de que un sólo macho reconozca que hace daño, aunque sea el más mínimo.
Sí, el macho cría otros machos, irremediablemente.
No, no hay forma de que el macho se replantee su existencia y las maneras de convivir.
Sí, el macho puede aniquilar con facilidad.

No, no hay esperanza.
O veo el mundo arder, o me voy.

Yo creo mejor me voy.

jueves, 19 de septiembre de 2019

19.9.19

A pesar de no querer pensar en ello, de no querer expresar nada, de querer olvidar la ansiedad y el terror que sentí esa tarde del 19 de septiembre de 2017, ese estupor, esa incredulidad, porque, ¿en serio en 19 de septiembre? ¡No puede ser! Y sí fue. A pesar de quererme evadir y ver la televisión y poner las efemérides del día, que no encontré muchas, nuevamente caí en el tema del aniversario.
El aniversario número dos del 19s y número treinta y cuatro del terremoto del 85. Ambos nombrados diferente, ambos tan distintos y tan iguales.
Tan distintos porque, egoístamente, uno no me pegó y el otro sí. Tan distintos por su epicentro, su profundidad, sus afectaciones. Tan iguales por la gente que salió a ayudar, la solidaridad, la resiliencia, la camaradería. Tan iguales por el desastre y la destrucción. Tan iguales.
Muy a pesar mío escribo sobre esa terrible fecha, no porque haya perdido algo materia, no porque haya perdido algo de tranquilidad, no porque los cercanos a mí hayan padecido en demasía las consecuencias, no. 
Escribo por el impacto mediático, por la idea con la que todos, aparentemente todos, se han quedado del 19s: El heroísmo.
¿En serio?
Es decir, sí, se agradece a todos los que salieron de sus casas y ayudaron como pudieron a los que quedaron sin casa, o atrapados, o sin abrigo. Se agradece infinitamente, pero con las expresiones con las que me he encontrado este día de: "Bravo a los héroes", "México unido" y demás cosas y con tal avalancha de dichos pro heroísmo mexicano, me deja pensando en las motivaciones reales para ayudar. 
¿Ayudar porque se necesitaba sin más? o ir a ser los héroes de la película. No, tampoco lo escribo desde el sillón de la envidia, yo misma salí a ayudar, pero ya y punto. Salimos porque pudimos, porque queríamos y porque teníamos que hacerlo, no salimos para ensalzar posteriormente nuestros logros, ni que alguien más los ensalzase.
Si la motivación no fue la de el ser héroes entonces, ¿cómo es que los nombrados héroes permiten que ese discurso siga y tape las verdaderas consecuencias y daños del sismo del 19s y del mismo terremoto del 85?
¿En serio la gente que enarbola la gratitud al héroe anónimo no quiere darse cuenta de la manipulación de este discurso?
¿No están viendo que se pretende ocultar los daños, los derrumbes, la corrupción de lo DRO, el hecho de que se siguieron construyendo grandes edificaciones en suelos donde no eran adecuadas, el hecho de que donde se tumbaron edificios dañados ahora hay nuevos  aún más altos, el hecho de que muchas personas que se quedaron sin casa, siguen sin estarlo?
¿No se están dando cuenta de que la proclama de gratitud al héroe anónimo se está utilizando para que el grueso de los mexicanos eviten pensar, saber, investigar, mirar a simple vista, los grandes problemas sin solucionar del Gobierno Mexicano, si es que lo hay? ¿De verdad no quieren ver que, si hubo héroes fue porque nunca hubo un régimen que amparara a sus ciudadanos antes y después de la desgracia?
Tantos agradecimientos en las redes sociales y en los medios masivos de comunicación no me dejan más que la desazón de ver cómo la gente se deja cegar por el placebo de la unidad de los mexicanos y cierran los ojos fácilmente ante la gran ausencia que hay en este país piñata: El Estado.

Nota: Me costó mucho trabajo redactar esto. Me disculpo de antemano. Es el total coraje que hay en mí ante el evidente sopor de la sociedad.

martes, 10 de septiembre de 2019

La Diosa callada.

Cosas van y cosas vienen.
Apoyar.
Ahora va el apoyar el nuevo reto, la empresa que nunca pensé, pero que ya se está dando. Me da gusto que sea, que no quede en un tal vez después, que sí de haga, aunque haya consecuencias insospechadas.
¿Dónde está la Diosa para ayudar?
No quiere su ayuda, no la quiere, no la necesita, tal vez, o su nivel de ansiedad es demasiado alto.
¿Qué más puedo hacer para ayudarlo a pasar el trago amargo? Sé que no será eterno, pero así lo siente ahora, y así lo siento ahora yo también. 
No imaginamos que esa sería una de las consecuencias.
Y tu cuerpo se hace cada vez más viejo.
Tu cuerpo cada vez siente menos deseo, cada vez está más seco, tal vez hasta podrido. Siento cómo pasa el tiempo aplastante sobre mí, cómo me exprime lo último de belleza y juventud, cómo me pasa factura y me deja seca, seca.
¿Será que debo reaprender? Tal vez, pero bien quería aprovechar esa racha y sacar de vuelta a la Diosa y saciarla y nada, no pasó nada. Tan sólo lágrimas y frustración, porque no soy más que eso cuando no se da lo que quiero (en todo), pero esta vez fue bien distinto. Esta vez era un algo más que la Diosa, era expresión, era ayuda, era el precioso momento, y se fue.
No sé cuánto tiempo me queda, cada vez es menos, cada vez me canso más, cada vez el cuerpo siente el rotundo y aplastante deseo.
Un día ya no seré yo, o quizá ya no soy yo, porque estoy viviendo en la contradicción feminista, en la contradicción de la máscara, de lo que digo ser y hacer en contra de lo que en verdad hago y soy, lo que permito hacer, todo en pos del placer. 
Quizá ya no soy yo porque me he mentido, porque me he traicionado por muchos, muchos años, porque me había encontrado y me he perdido nuevamente, porque doy concesiones, porque callo. Ya no quise callar, aunque callaba, y lo hacía porque todo iba relativamente bien, porque no hubo trabas…Hasta que las hubo, y fue ahí donde se destapó lo que no pensé que se destaparía: La verdadera Diosa no tiene que suplicar. A la verdadera Diosa se le tiene que complacer.
¿Y qué pasa cuando eso no pasa? ¿Qué pasa cuando la Diosa ha vivido atada, complaciendo?
Será cansada esta etapa, sí, lo sabemos. No sabíamos que llegaría esto.
No se trata de deseo, sino de quién sí deja pasar y quién no.
La Diosa está marchitándose.


martes, 20 de agosto de 2019

Aniversario.

Gracias Isis por soportar este cambio.
No estamos muy seguros de el día en que llegamos acá, ¿cuándo fue nuestra primera noche en el hogar conjunto? Estamos con que fue el 18 de agosto, la verdad no nos acordamos, podríamos recordar, ver anotaciones, algo, pero creo que preferimos no hacerlo.
Así que simplemente este pasado 18 de agosto, celebramos nuestro aniversario.
Hice ricas hamburguesas con papas a la crema, nada light, porque no nos gusta la comida light, ni los reemplazos, aunque, a decir verdad, la carne de hamburguesa estuvo compuesta por carne molida y lentejas en puré. Miren que salió bastante bien. No hay fotos, porque vivimos el momento y ya. Fue un buen día.
¿Qué nos deja el aniversario? ¿Qué nos deja el año viviendo juntos? ¿Sentimos más, sentimos menos, sentimos igual? ¿Hemos cambiado?
Creo que no hay respuestas, aún, y no las hay porque no las he querido responder, creo que tampoco mi amor, porque no tiene caso, por el momento, no hay mucho que decir de más, o de menos, solamente escogimos estar y ser felices ese día, el anterior y el que sigue. Fue así, porque tuvimos días difíciles, donde no estuvimos, porque todo apuntaba a la gran pelea, o pequeña, pero pelea, donde todo parecía desacuerdo tras desacuerdo, pero no, eso se ha arreglado, ¿cómo? No lo sé. Creo que tomando distancia (uno, dos, uno, dos, uno, dos, tres…). Siempre es bueno tomar distancia, tener unas pequeñas vacaciones de la vida diaria, mirar con los mismos ojos diferentes aires. Los aires buenos y malos; los malos y helados, esos que no son los del hogar; los buenos y graciosos, de esos que van escaseando. 
La familia está, sólo está. Siempre las mismas dificultades y luego, mejor regresar a mi hogar, este que sí me gusta, este que sí se ajusta a mis necesidades psíquicas, físicas, emocionales, carnales y amatorias. Nuestro hogar, el del caos y el orden que se niega a ser vencido (aunque todo parezca no más que caos); nuestro hogar, cuna de Fufú y de Asuka, retiro de los años de frío de Isis…
Oh, Isis, tan bella gata, que ha soportado la mudanza y al nuevo integrante de la familia,  al que ha sabido manipular y hacer de él lo que quiera, porque para eso son los humanos, según dice mi amor. Yo sólo sé que soy de Isis y que tenemos una relación bastante peculiar y unida, aunque lo niegue la felina.
Nuestro hogar. Todo lleno de plantas que crecen sin control, zapatos que se niegan a estar ordenados, cajas, plásticos y chucherías; lleno de sueños e ilusiones, de sábanas que se ensucian pronto (jeje) y de maullidos demandantes porque ya tienen hambre (aunque coman bichos durante la noche).
Nuestro hogar con nuestra familia de gatitas y que promete ser más grande e innovador, más espacioso y también más alocado y lleno de verdor.
De eso se trata la vida.

sábado, 17 de agosto de 2019

Poblanos, esos horribles machos.


No iba a escribir nada sobre las protestas feministas de estos últimos días, ni sobre las violaciones que no tienen ni reparación, ni justicia, (ya ni hablar de cómo los médicos de Morelos aún se congratulan de tener la objeción de consciencia para negarse a practicar un aborto en caso de violación). No, no iba a tocar el tema, porque me rebasa, porque va más allá de mis agallas y de mi coraje, porque entiendo la ira e impotencia que las mujeres cargan día con día, en mayor o menor medida, porque sí, no hay mujer que haya sido libre de violencia de género, o violencia machista, como quiera llamársele. No hay mujer que no cuente alguna anécdota de cómo de niña el tío la quiso jalar por allí, de cómo cuando estaba sentada en el transporte público con sus shorts un hombre le tocaba las piernas, justo al lado de la madre, de cómo, al caminar por la calle, pasó un señor y le dio una nalgada, cosas así, por decir, así sin nombres.
Y sí, en cada una está también el detenerlo, en decirle al personaje masculino: "Detente", pero en lo que agarramos valor, en lo que logramos reaccionar, en lo que nos aseguramos que es acoso o toqueteo y no el simple vaivén del camión, se nos va la oportunidad de encarar y darle tremendo tortazo. (Aunque, justo por los acontecimientos recientes, no habrá el que diga que ese tortazo es violencia contra el hombre, que la mujer también maltrata, viola, mata —no importando que lo haga en defensa propia, eso qué—. ¡¿Alguien quiere pensar en los hombres!??)
Pero bueno, no iba a escribir nada sobre los últimos acontecimientos en este país piñata sobre las violaciones de policías a una menor, ahora desacreditada por las autoridades, contra las radfem (feministas radicales, por si no saben que es), que maltrataron el mobiliario urbano y el hermoso monumento a la independencia. (Así con minúsculas) (Pobre Niké, pero bueno, ella entendería totalmente).
Entonces, ¿qué me hizo querer escribir sobre el tema? Por supuesto que una razón personal, porque soy un ser egoísta y todo lo veo sólo y únicamente a través de mi estrecha visión y, cuando algo me pega, agrede o molesta, entonces ya es mi problema. (Mentira que me haya indignado por las violaciones y omisiones de las autoridades, yo gozo de mi posición y lo demás ni me viene ni me va…sarcasmo, por si no saben leerlo).
¿Cómo me afectó esto?
Desperté y vi un montón de publicaciones de hombres diciendo que ¡Cómo era posible que las mujeres (tan fragantes y delicadas, eso querían decir) se hubieran atrevido a atentar contra los símbolos patrios! ¡Cómo era posible que hayan vandalizado de esa manera la estación del metrobús, eso no es de damas! (eso también lo dejaban leer). ¡Qué esa no era manera de manifestarse, que hay formas! (han de ser de usos y costumbres de su pueblo natal) ¡Que esa no era manera de exigir respeto, que hay que respetar! (Lo que me acaba de recordar un dicho que mi tía me dijo sobre el honor, que no es quien lo merece, sino quien lo da…Habría que profundizar, pero este no es el momento). ¡Que…demás cosas!!!
En resumen, que las radfem (feministas radicales, para quien no sepa, ya sé que lo escribí, pero luego no saben leer, si quieren saber más, pueden hacer uso de su buscador, ahí está mucha más información, este blog no es para instruir) son vándalas, violentas, masculinas, delincuentes, y que todas, toditas las que fueron a la marcha (a la cual no pude ir) son así, para acabar pronto.
Y toda esta letanía de lo que leí de los machines (en texto y subtexto) se me hubiera resbalado del todo, si no lo hubiera leído de cierto poblano familiar mío (lo siento, no soy perfecta, tengo familiares de Puebla).
Ese pariente mío tenía una visión del mundo parecida a la mía, hasta que algo, que desconozco, pasó y se convirtió en un señor poblano más en este país piñata de este mundo matraca y este pariente poblano tiene un detalle oscuro que alguien, también pariente, me confesó alguna vez; y hasta hoy día lo recordé, lo relacioné y me indigné.
¿Con qué cara este macho manoseador se atreve a juzgar a las que salieron a manifestarse y lo hicieron como saben y/o quisieron hacer? ¿Con qué cara las descalifica y dice que le duele ver la destrucción de una ciudad que, por cierto, no es la suya, cuando lo que realmente importa y detonó dicha destrucción fue la rabia ante las violencias sexuales de todas, y que él mismo ha perpretado? ¿Ya no se acuerda, olvidó convenientemente, lo que le hizo a esa parienta en común, junto a otros iguales?
No puedo decir más sobre el tema, no me corresponde, le corresponde a ella, así como me toca a mí guardar su nombre, pero yo le creo, le creo porque es una mujer, le creo porque este pariente es poblano, porque sé, por oídas y vistas, cómo se comportan los machos poblanos, porque mi padre es de allí y he oído horrores de su propia voz, porque he visto cómo los viejillos miran a las muchachas en ese Estado, porque he oído cómo se expresan de las mujeres allá, porque me sé las historias truculentas que se guardan en esas casas…
¿No tiene memoria el macho?
Claro que la tiene.
Lo que no tiene es vergüenza, lo que no tiene es dignidad, lo que no tiene es empatía, lo que no tiene es humanidad. Ese macho no merece respeto: No es quien da el honor, sino el que lo merece.
Es lo que diré al respecto esta ocasión.

jueves, 8 de agosto de 2019

El regreso.

Y estuvo contigo. Está justo aquí, sentado atrás de ti viendo un algo de una nueva empresa que tiene en la cabeza, todo gracias a un viejo compañero de la preparatoria.
Todo ha sido diferente, todo ha sido inesperado. Su regreso, tu regreso, su ida, la vuelta, la vida.
De los anzuelos que tiraste, poco ha picado, pero ahí va, te desesperas.
Me canso, es cansado esperar y esperar, o ver que sí llega, pero que no está lo suficientemente cerca para ti. Es cansado saber que está mal, que tiene su dolencia y que su ánimo no es el más dulce. De verdad quisiera que estuviera bien y suave, que pudiera prestarte toda la atención, y lo hace, creo, pero no del todo, porque hay algo que se lo impide. ¿Qué puedo hacer? Esperar a que pase la dolencia, o ¿qué otra cosa?
Te cansas de saber que algo no corre bien, que hay algo triste en la vida.
A veces parece que soy yo la que no está bien. Tal vez sea que ya no me sé comunicar con la gente, con él, a veces parece que se me acabaron las palabras, o que quiero que capte todas tus palabras, que no se le escape ninguna, porque ya se le escaparon muchas, todas las que no emitiste en el tiempo que no estuvo contigo. Como si me lo debiera. ¿Me lo debe?
¿En realidad me debía las cosas?
Yo sólo quería unos colores prismacolor, era todo. Me pregunto si aún lo recuerda. Temo decirle, porque temo ver cómo lo olvidó. Mejor no digo nada, aunque sé que leerá esto, tal vez, y que sepa que era lo que querías. Eso es todo.
Te hace falta, y eso que ya está aquí, pero te hace falta: Su vivacidad, su cariño, su ser entero para ti, y no para nadie más (¿y para él) Para él también, pero para ti. Has de ser una enferma por querer esas cosas. 
¿No será que no es lo que esperaba? 
No, respondo, no esperaba nada, más que estuviera aquí conmigo, para hacer las cosas juntos, las cosas de los dos. Al principio pensaba que me iba a estorbar en la cama, y no, pude dormir con él a mi lado sin ningún problema, pero…algo ha cambiado, algún hábito, alguna cosita que antes había y que ahora no, porque quizás las noches ya eran muy diferentes así separados. Tendríamos que reconstruir esa convivencia. Será.
Es extraño porque a veces no sabes si está enojado, si tiene molestia, o si la que está enojada eres tú. Tratas de agarrar distancia y dar buena cara, pero no te sientes tú, no te sientes con él, por más que te esfuerzas, no. ¿Qué será?
Tendrán que hablar, pero el sólo hecho de pensar en ello te agobia, como te agobia todo lo que está por venir, todo lo que hay que hacer, el cierre de año encumbrado y dilatado, la vida misma. 
Y tú que quieres toda la atención, todo el cariño, toda la vida, el aliento y la carne, y él, que no te lo puede dar…
Mientras tanto, me mantengo cerrada, callada, creo que ya estaba acostumbrada.

Popocatépetl de mañana.

viernes, 26 de julio de 2019

Día cinco punto seis.

La mantis que me mordió.
Cuenta regresiva.
Te despertó el teléfono. Tenías mucho, pero que mucho frío. Estuvo freso casi todo el día, salvo un par de horas en la tarde; luevo volvió a llover acá, en tu casa, porque a Cuautla ya no la quiere mucho Tláloc, ya no los moja tanto, o sí, no sabes. En este rincón cerca de otros municipios llueve y mucho.
El año pasado no llovía tanto.
Justo hace un año andabas tratando de ayudar a una mentecata, saca varo, pseudoloca, desequilibrada, tarada, una prima tuya que esperas no volver a ver más. Justo hace un año te estabas despidiendo de todos y de todo, porque sabías que el boleto que estabas comprando no tenía vuelta. Sigue sin tenerla. Te encuentras a gusto viviendo acá, aunque lo laboral sea lento, aunque a veces parezca que se cierran puertas y ventanas, pero te sientes a gusto. No sólo por la calor ("la calor" es aquél fenómeno de temperatura elevada, con mayor sensación térmica que el calor, porque el calor es masculino y no es tanto como un sustantivo femenino, que siempre es grosso y grato), sino por la comodidad de las cosas cerca, de la menos gente, de la vida pausada.
Allá estabas mal todo el tiempo: con dolor de articulaciones y dolor del alma.
Aquí lo único que te hace falta son tus amigos, tu familia y tu novio, pero él volverá pronto, te lo ha anunciado, y ha tomado la mejor decisión. Estará acá pronto y dejarás de escribir diariamente por acá, o no, no lo sabes, no aventuras nada. Ya te gustó estar acá, aunque tengas pocos lectores, porque, ¿a quién le importa leer las incoherencias de una extraña?
Te despertó el teléfono. Era para una cita de entrevista de trabajo. Lo hiciste todo lo más rápido posible y llegaste a tiempo, o casi, porque en RRHH de la empresa parecía que, aunque habías tocado y sido educada, no tenían ganas de trabajar.
Llegaste con la entrevistadora y todo fue breve, que si lo fue. Saliste a los quince minutos de haber entrado. Ni modo. A ver qué pasa. El puesto era para profesor de canto, aunque te dijo que les interesaba un profesor de instrumento, ¿no era de canto? En fin. Te echaste tu choro de lo buenos que son los coros para enfocar a los niños, de la responsabilidad, de que los músicos saben trabajar en equipo (ejem) tu choro, pues, para ver si te daba unas horitas al lado de otro profesor.
No les cuesta mucho, es decir, es una escuela particular y así están las colegiaturas.
Ah, perso si son algo amarrados los de las escuelas privadas de estos lares.
Saliste y seguiste tu viernes programado, no sin antes mentársela mentalmente a aquél que cumplió años hoy y que te sacó de su lado por sus prejuicios.
Cumpliste los objetivos del día, hasta el de tirar la basura, y eso que ya pensabas que no pasaría porque no se escuchó en la mañana.
En la clase pusiste Major Tom de Peter Schilling. Tuviste las sensaciones de felicidad y libertad de cuando corrías por el pasto de Zacatenco, cuando niña y luego casi lloras, cuando le dijiste que se suponía que tu generación sería la última que iba a estar abajo y que ahora todo está más abajo aún, que no hay esperanza. No, no la hay, no la ves, ni la sientes. Miras cómo todo se está poniendo gris, turbio y sucio y cómo todos se están dejando llevar por el odio.
Llegaste a casa con eso y preferiste comer un pan con queso, sí, rimó, y te sentaste a escribir acá en vez de platicar con tu amor por el chat, porque necesitabas sacar estas cosas, y porque ya debería saber que escribes esto por las noches.
Pronto estará aquí contigo.

jueves, 25 de julio de 2019

Día cuatro punto seis.

La piña y el albahaca.
Te levantaste para dar un masaje y terminaste dando dos.
En realidad sí te gusta hacerlo, tanto que acabas de escribir 'justa' en vez de 'gusta'. Estás muy cansada.
Tu día consistió en levantarte, masajear personas, regresar a casa, preparar la comida y echarte.
Te regocijas un poco en la Schadenfreude, eso sí, aunque sientes mucho cansancio físico para el regocijo, pero no importa. Ya tu amor te traerá licor para que se den regocijo total y para celebrar la libertad.
Tu día consistió en eso, porque llovió realmente temprano, y bastante fuerte. Tus niñas se metieron a dar lata y se los permitiste, porque está muy mojado afuera, mojado y fresco.
De hecho, tu noche fue bastante fresca, más bien fría; te levantaste a las 5 am a ponerte una cobija encima. Creíste que no haría falta, pero te equivocaste. Amaneciste algo constipada, medio moquienta y con frío; quizá eso es lo que tienes, más que cansancio de dar masajes. No, sí tienes cansancio físico. Le diste masaje a una pareja. Primero pasó ella y luego él. Ella estaba libre de tensiones, pero él era toda una bola (cómo no, si se lleva su trabajo a la vacación). Además uno de los dos sufre de colitis, crees que es él, porque te la quedaste.
Suele pasar que cuando das un masaje, puedes saber el malestar físico de la gente. Suele pasar que te lo quedes. Suele pasar que sepas cosas y no las digas, valoras la discreción, suele pasar.
Esperas sí haberlos ayudado.
(Estás escribiendo realmente mal).
Ojalá salgan más y más masajes. Es una labor que haces con agrado y el cansancio lo vale.
Pero sigues con un poco de la Schadenfreude, que no se quita, y te carcome la curiosidad, pero callarás, escucharás y acatarás tu mesura, lo harás porque es lo mejor y porque ya sabrás (tanta forma futura). Sólo dirás que (más forma futura) las cosas caen por su propio peso o, mejor aún, que el que nada debe, nada teme, o mejor aún, que el que nace pa'maceta, del corredor no pasa, o mejor aún, que el que es miserable y prepotente en algún momento se le cae el teatrito, y que un "por favor, gracias, buenos días" nunca sobra. 
Siempre es mejor dar la buena cara a las personas, aunque sea difícil, aunque algunas no merezcan más que una patada al voladero. Por eso, también es mejor guardar un ratito de silencio. Tanta ira hace daño, pero más daño hace ser vil persona.
Ahora sólo esperas a que descongele la comida de las niñas, para poderla cocinar. No quieres salir. Afuera hace frío. Odias el frío. Tienes mucho sueño y no puedes dormir.

miércoles, 24 de julio de 2019

Día tres punto seis.

Hoy te despertaste como casi nunca: Sin plan.
Antes de levantarte, ya te habían llamado por teléfono: Tu amor.
Te levantaste entonces. Pusiste a lavar las sábanas y las toallas.
Las noticias de tu amor fueron, no exactamente sorprendentes, pero sí inauditas, tampoco inauditas, pero sí impactantes. Tuviste noticias no sabes si buenas o malas, pero tuviste Schadenfreude. ¡Qué se le va a hacer! Ya sabrás más en unas horas, o mañana. Ya se sabrá. Lo único que te atreves a decir es que las malas condiciones laborales son pasaderas cuando se tiene un buen ambiente laboral, ¿y cuando no lo hay? ¿Cuando el jefe es inepto y culpa a los del equipo por sus malas acciones y decisiones?
¿Por qué quedarse cuando el jefe del proyecto demuestra ser aún más prepotente que la Institución? ¿Quedarse por la paga es válido? ¿Qué tanto? ¿Y si terminas enfermo por ello?
Nunca hay que hacer algo por dinero. Esa es la lección del verano. Sí, pero no a costa de la dignidad, la salud y la alegría.
En la comida te agendaron masaje para mañana. ¡Qué alegría! ¡Qué bien que la lavadora está lavando las sábanas y las toallas! Tuviste tino en hacerlo, a pesar de que estuvo nublado todo el día y que amenazaba con llover, o no, aún no sabes bien los signos de la lluvia de día en estas tierras.
Tu ropa se secó.
La recogiste.
No atinas a decir nada más, porque no puedes. Sólo esperas que tu amor te avise que ha llegado a su destino para que tú sigas tu noche. La noche.
Aún tienes cosas por hacer.
Aún tienes que tender la cama, darle de comer a las niñas y bañarte. Te hace falta.
Ya llegó tu amor con bien.

martes, 23 de julio de 2019

Día dos punto seis.

Nomeolvides
¿Albricias? Albricias. ¡Albricias!
Hoy despertaste en casa de tu madre. La fuiste a visitar después de ir al dentista. Aún te molesta un poco la muela, pero estarás bien. Ya pronto estarás bien.
¿Ya pronto estarás bien?
Sí.
Tu amor estará pronto contigo, falta menos, falta poco, falta que falte, pero ya es menos. Pensabas que sería más, algo así como eterno. ¿Y qué harán juntos de nuevo en casa?
Habrá oportunidad de trasplantar sus plantitas, de cuidar a las gatitas, de dormir juntos, hacer la compra, comer juntos. Ya pronto.
La casa de tu madre sigue igual y diferente; diferente porque te has liberado de ese sitio, igual porque la gente no cambia, porque los hábitos no cambian, porque los malos humores persisten, porque los defectos se agrandan. No dirás más, no aquí.
Qué bueno que te has liberado de allá, que te has liberado del frío, de la incomodidad, de tu cuarto helado. Esta vez estuviste en el cuarto de visitas. Sí que no es frío allí; sí que tu cuarto siempre fue el peor. El techo tan alto, el piso como un hielo, la ventana que da al norte.
Tu perrita es bonita, ya tiene canitas. Le prometiste que le festejarías sus once años. ¡Once años tiene ya Gilda! Le comprarás un huesote y le darás muchos besos.
Tus florecitas están por doquier, tu aguacate es grande y feliz, también el nogal. A ellos sí que los extrañas, también a tu madre.
Comiste bastante, hasta casi reventar, te llenas muy pronto, ¡pero te gusta tanto comer!
Y de vuelta a casa, agradeciste la cercanía de las cosas, que aún pudieras hacer algo más en este día, y  no sólo llegar exhausta.
Lo esperas, con ansias lo esperas.
Llegará pronto.

domingo, 21 de julio de 2019

Domingo cinco.

Izúcar de Matamoros, Puebla.
Este fin de semana fuiste con tu amor y regresaste sin él. No estaba pensado así.
Regresaste sin él a causa de su trabajo, del mal trabajo de un idiota jefe, incapaz y cobarde. 
Regresaste sin él, pero ya tranquila, aunque ayer tuviste mucha ira; ira porque te lo quitaría; ira por los planes rotos.
Apenas el viernes estabas muy contenta, porque habría poco qué hacer el fin, sólo ir con él y disfrutar. El disfrute se cortó por causas ajenas a tu amor, a ti, se cortó con la soberbia de un hijoeputa que se cree todo, pero no es más que un mierda miserable, y pensar que así hay muchos en ese medio. Gente que ve dinero y cree que es todo, gente que pelea por menos de cincuenta pesos, que dice que los viáticos de cada integrante del equipo son parte del presupuesto del proyecto.
Ese tipo es un mierda.
Y te robó a tu amor por más horas de las convenidas.
Estuviste sola en el zócalo de una ciudad desconocida, recorriendo y tomando fotos, medio perdida por las calles, estuviste a gusto, pero alerta, porque estabas sola, porque sabes qué tipo de personas son los machines de ese Estado, ¡si lo sabrás!, tienes familia de allá. Caminaste, te sentaste, tomaste fotos, caminaste; no te metiste en ningún café, porque estás todo el día encerrada en tu casa. Esperabas que tu amor saliera a las seis, pero salió casi las ocho, muy molesto y enojado por las chingaderas (no existe otra palabra) del tal hijo de puta ese (tampoco hay otro término).
Ha decidido cosas (ya estaban decididas), así que ya es menos (no quieres hablar más de eso).
Luego fueron a comer tacos con el amigo y su novia y se relajaron un poco. El amigo estuvo de acuerdo con tu amor.
Los malos tratos no hay quien los aguante, y menos de una persona inferior moralmente.
Es una lástima que ese proyecto y ese Instituto estén llenos de ineptos de ese tipo, de jefes tan viles que dejan a su equipo recién baleado en campo, o de jefes que no son líderes y hacen lo que su aún más estúpida e incompetente pareja dice. Es una pena que se gaste presupuesto así.
Regresaste sola a tu casa. Las gatas están bien. Isis te saludó y hasta te acompañó. Las niñas comieron gustosas.
Ahora descansas ya. 
Pronto…


viernes, 19 de julio de 2019

Día cinco punto cinco.

Hoy simplemente estuviste muy cansada del día de ayer.
Hoy te levantaste y tomaste las cosas con calma. Limpiaste, te bañaste, arreglaste la basura, comiste y te fuiste a dar clase.
En clase estabas más dormida que despierta; sólo esperabas a que dieran las ocho para regresar a casa y seguir con la rutina del viernes.
La rutina. La rutina rompe relaciones, como la que tuviste antes de esta, ¿será la rutina la que arruine la que tienes ahora? Esperas que no.
Hoy te dijeron que los hombres, entre más temprano salgan de casa, mejor. No estás de acuerdo. A ti te gusta que tu amor esté en casa, aunque esté en silencio, aunque esté trabajando y no te haga mucho caso. Te gusta hacer cosas bonitas con él, ir al mercado, a comprar el pollito, la carne, que acá es muy buena, a buscar trabajo juntos.
Ayer te encontraste solitaria en la ciudad. Te aprendiste nuevos caminos, y no, porque él ya te los había enseñado. Recordaste otros tantos. Esa ciudad tiene algo que no te gusta del todo, las lomas, eso debe ser, pero la gente sí es amable, aunque algunos son algo snob (no lo digas fuerte, sobretodo donde vas a dar el taller). Los encontraste demasiado jóvenes y en tendencia para tu gusto, de esos chicos que tienen ese tonito, pero que no pueden resolver un problema sin pedir asesoría, o sí, pero siempre tienen cara de perdidos. Así como perdida te encontrabas tú en el mercado, tratando de hallar el baño, o perdida estás en esas calles, porque no entiendes dónde hace la parada el camión, o perdida vas por la vida, sobretodo allá, donde todo te es ajeno y no tienes quién te auxilie.
Has tomado una decisión y sí, no seguirás con la postulación del trabajo. Necesitas el recurso, pero el costo físico es muy algo. Seguirás en la pesca de empleos.
Tienes hambre, ¿habrá algo de cenar? No quieres cocinar, ¡qué flojera! Y pensar que acá cerca no hay ni tacos, ni nada; tendrías que ir más lejos y eso no lo quieres. Te duelen los pies de tanta caminata.
Si él estuviera aquí, te los sobaría, te consentiría, o no, porque a veces se le olvida, o a veces él se siente mal de su dolencia, como hace una semana.
Ya mañana lo irás a ver. Te vas a quedar el fin de semana allá. Te dice que hay feria, habrá que ir, porque a ti te gustan las ferias, aunque no has podido ir a ninguna de por acá, no sabes cuándo son y, cuando llegas en la noche, lo único que quieres es descansar.
Hoy estás aquí, mañana, con él.

jueves, 18 de julio de 2019

Día cuatro punto cinco.

¿Dónde es aquí?
Te levantaste, aseaste, vestiste, maquillaste, desayunaste, saliste. 
Tenías una cita para una entrevista de trabajo.
Todo bien, al parecer, ni tan bien. No te gusta el horario ni la idea de salir a las 3 pm y haber perdido ya tu tarde, porque no está tan cerca del hogar, además de que sueldo que plantearon en la oferta es muy bajo para la carga horaria.
Te pidieron clase muestra. La darás. Ya verás qué pasa.
Después fuiste a la capital del Estado a ver algo que sí te interesaba: La forma de pago de tu taller. Quedó todo aclarado, y más: te dieron de alta como proveedor. Eso suena bien, bastante bien, de hecho, ya puedes ofrecer cursos, conciertos y cualesquiera cosa al Estado, suena interesante…
Caminaste mucho, como loca, y caminaste más porque llevabas mucho peso y taconcitos, oh, taconcitos, no se ven tan altos, pero de andar en las pendientes de esa ciudad y luego cargando el costal de comida de tu gata, uf, te cansaste.
Estás que casi ni escribías tu entrada diaria, pero decidiste hacerlo, porque te emociona el hecho de dar un taller que te gusta, de que tal vez hagas feliz a las personas. Ojalá sí se inscriban varias personas, será bueno para todos, para ellas, para ti, para que te acepten más talleres o más propuestas y hagas cosas bellas.
Cosas bellas, todo lo contrario de insertarse en el sistema. Ahí sí que no. El sistema no tiene belleza, el sistema es sólo un medio para obtener dinero, pero ¿a qué costo? Al de lo bello. Así no te gusta, así no juegas, así no te interesa. Tu vida ahora versa en mover mentes a través de EL ARTEEEEE, y no de lo que un sistema educativo dicte, esa no es forma de vivir, ni para ti, ni para los que estén en contacto contigo.
Tú sólo quieres un trabajo que esté cerca de ti y que te guste un poco, por lo menos que no te desagrade o que, si está lejos, te haga sentir cosas, te haga querer jugar más y más. Sí, ya te vas a empezar a mover a ello; ya casi no tienes nada que te frene.
Ya pronto…

miércoles, 17 de julio de 2019

Día tres punto cinco.


Te levantaste. Te querías quedar más tiempo en la cama, pero no pudiste. Afuera hay un ruidal; una máquina ha estado haciendo algo en el terreno de al lado. Te levantaste. Recordaste que tenías mucho por hacer hoy: Salir antes de las 12 por el señor que vende el líquido anti-bichos y ya, bueno, no era mucho, pero de pronto ha entrado una llamada.
Te pidieron entrevista de trabajo mañana a las 11, con recomendaciones personales y laborales. Entonces tuviste ya mucho por hacer. Le pediste a tus amigos y a tu amor que te ayudaran en ello, todo antes de las tres, porque de todos modos tenías que salir al centro por tu medicina y por tus nueva chanclas, porque las anteriores ya fueron.
Tantos años que estuviste con ellas, más de diez, quizá. Salieron buenas.
Te mandaron los archivos. Una amiga ya no pudo, pero aún así te apoyó. Ordenaste los archivos y saliste.
Antes de salir por el líquido anti-bichos, Asuka estuvo persiguiendo una bonita lagartija. Por más que luchaste porque se escondiera, por más que la distrajiste de su cacería, nada, la lagartija quedó en la panza de la gata. Tendrás que pensar una forma para que no cace tanta fauna. Fufú no caza más que cucarachas y algún insecto, pero Asuka, ella es afecta a los grillos y a los reptiles. Bueno, de menos no has visto roedores, esos te dan grima.
Y de todos modos, el señor del líquido anti-bichos, a pesar de que saliste corriendo de casa, no fue al tianguis hoy. Esperas que el miércoles siguiente sí venga, que si no…
Saliste al centro. Imprimiste las cartas de recomendación, tu currículum, fuiste por tus chanclas nuevas, son rositas, no había amarillas, fuiste por tu medicina, sacaste dinero y…te sentaste en un café. Te quedaste ahí solita tomando un café con cuerpo y comiendo una oblea con cajeta que habías comprado frente al banco. En ese momento aún tenías la panza rara, pero ni modo, se te antojó y punto. Quisiste parar un momento del día del ir y venir, del día inesperado, porque sabías que al regresar aún tenías que arreglar otras cosas del trabajo interminable, de años, que deseabas desde la semana pasada darle cran y mandarlo al asesor.
Llegaste, te pusiste a terminar de poner las páginas de los libros, ordenaste, enchulaste y así, sin más, porque no quieres saber nada más, porque te frena, lo mandaste, (también lo mandaste a tu amor). En este día no has hablado casi con él, o sí, no te acuerdas, porque estuviste mucho tiempo con la mente ocupada en no sé qué, en las cosas por hacer mañana, en que irás a una entrevista de trabajo y luego irás a la casa de cultura para ver cómo será tu pago.
También te llamaron del lugar donde laboras, te preguntaron por tus sábados. Les dijiste que están libres ya, que te tomen de maestra, (pues si en la otra escuela nomás no quieren abrir grupo pues…), y esperas poder tener trabajo, y que lo otro te deje de frenar, porque es una pavada, para poder hacer más cosas, para tener menos pendientes, porque ya te estás creando unos nuevos.
Te meterás a bañar, porque mañana sales temprano de casa.
Todavía te falta ver bien dónde es la cita. Uf.

martes, 16 de julio de 2019

Día dos punto cinco.



Oscuridad.
Ansiedad.
Te levantaste ansiosa, porque te dormiste ansiosa. Tuviste ganas de llorar todo el día, lo hiciste sólo después de las cachetadas que te propinaste porque la voz no salía, no salía. ¿Por qué no respiras?
Le escribiste a tu amor que te refugias de la ansiedad comiendo y nada, no puedes comer. Te volviste a poner medio mala; pero estás convencida de que no es otra cosa que colitis nerviosa. Odias la colitis nerviosa, te priva de ti, de tu comer; la odias porque la colitis nerviosa eres tú.
Fuiste a chequeo con la doctora e igual, lo mismo que te había recetado antes. ¿Qué podrás hacer más por ti?
Tranquilizarte, olvidar, dejar ir. No sabes cómo hacerlo; nunca has sabido cómo hacerlo.
Por la tarde te pusiste a ordenar la bibliografía de esa cosa interminable que has estado haciendo por años, como mil. Ahí sí que tuviste un gusto. Volviste a ver los libros bonitos, las lecturas agradables. En realidad sí, el kitsch es el lugar en donde el Hombre puede resguardarse del horror del mundo exterior. Estás totalmente convencida. (Ich bin unbedingt).
Un ratito de gozo, porque tus libros están bonitos, porque le prometiste a tu amor que cuando todo esto terminara, se los prestarías, para que los leyera y entendiera más tu mente.
Justo en este momento acabas de recordar que antaño le decías a tu bella ex: "Si muero, dale mis diarios a A…, él sabrá qué hacer con ellos." Tus diarios. Cuánto tormento guardas en ellos.
Ya es tarde, ha acabado el día. Una buena amiga te ha escrito que no te desgastes en pelear en vano con la gente de las redes sociales, pero si una de esa gente era tu amiga de la facultad. ¿Está viendo y no ve? No sabes soltar, lo sabes, y ella tampoco lo verá. Es una lástima, pero es más lástima que te has enfermado del espíritu, del alma, del ánimo, que tus males físicos son un reflejo de tu estado emocional. Te sientes al borde. 
Estás cansada en verdad de ver por ti, de sostener, de no bajar la guardia, de temer que algo malo pase, de cuidar y cuidarte. Pensaste en dormir el resto de la tarde, pero había cosas por hacer, tenías que comer y, si dejas todo apagado, los malignos vienen y se esconden para darte sustos.
El miedo paraliza u obliga a avanzar. A ti el miedo te está haciendo avanzar al lugar oscuro de la desesperación.
Quizás estás exagerando, estás un tanto fatalista. Quizá mañana, cuando salgas, todo huela y se vea mejor. ¿Y si no? 
Ya bajó la gata Isis, la amas por sobre todas las gatas. Tu gatita hermosa está echada sobre la caja, no te mira, pero te acompaña. Es su hora de estar contigo. ¿Por qué dicen que los gatos no quieren a sus humanos? Son unos tontos.

lunes, 15 de julio de 2019

Día uno punto cinco.

¿Cómo fue tu día de hoy?
Tu día fue el día que no habías planeado.
La noche anterior te cancelaron tu cita del dentista, así que te quedaste en casa a hacer las cosas de casa. Como no tenías internet, llamaste y resultó que había falla general y que llegaría pronto. Llegó.
Tras desayunar y ponerte a enviar unos documentos pendientes, llamar para pedir una cita para entrevista de trabajo. Más correos y bueno.
Decidiste cantar un poco hoy, porque tenías tiempo sin hacerlo y DEBES EJERCITARTE.
Cantabas bien, bastante bien, de hecho. Te sentías casi feliz, cuando viste que un alacrán cayó a tu cama. El horror.
Estabas grabando Du susser Freund, viste que no se movía, así que decidiste terminar de grabar. Luego fuiste por un bote y un cartón para quitarlo de tu colcha y darle muerte, pero, cuando pusiste el bote encima, el bicho ¡desapareció!
No podías creer lo que había pasado, parecía que habías soñado. Tras unas cuantas sacudidas, el infeliz salió de su escondite dentro del bote y se dio a la fuga entre las cosas de tu cama. Como tenías tu computadora, almohadas y partituras, el infeliz se escondió en todas ellas. Fue terrorífico. Luego se fue abajo de tu colcha, ¿qué hacer? Desapareció de nuevo. Sabías que tenías que encontrarlo, que era cuestión de vida o muerte, pues esa especie es muy venenosa.
Y estabas sola, aterrada.
Primero echaste el veneno que habías comprado, esperaste un poco a que saliera, a que cayera, y nada; luego quitaste las cosas con sumo cuidado, la colcha, las almohadas, nada aún y, después, allí estaba, ¡ya dormido dentro de tu sábana! Aún más aterrador.
Lo quisiste poner dentro de un vaso transparente y no se soltaba. Lo quisiste aplastar con tu chancla y, tampoco se aplastaba, el colchón es demasiado suave. Lo aplastaste con el matamoscas, y nada, luego el matamoscas y un plato; seguía vivo. ¿Cómo lo podías exterminar?
Tuviste que ser más cruel. Lo pinchaste con un fierro largo y delgado como aguja que no sabes ni por qué lo tienes y lo trajiste acá. El pobre bicho se retorcía y atacaba con su aguijón. Lograste llegar al baño con el alacrán en un vaso, aún ensartado, y allí le diste fin.
La imagen de un animal mortal sobre tu cama te atormenta aún; han pasado ya varias horas.
Te quedaste ansiosa y desesperada, sobretodo porque unos minutos después, encontraste otro de esos animales en la pared y no lo pudiste matar. Escapó, herido, pero escapó.
Llenaste tu cuarto y el de al lado de todo tipo de cosas para tratar de evitar que vuelva alguno esta noche.
Estás muy inquieta. 
No has encontrado sosiego.

viernes, 12 de julio de 2019

Día cinco punto cuatro.

Hacia el marcado nuevo.
Te levantaste. Hoy fuiste a ver a la doctora para darle seguimiento a tus males. Sigues medio mala, pero esperas mejorar ya pronto. Aún no tienes ganas de comer mucha cosa, y mejor. Antes tenías más antojo; ahora ya no. Ahora te da algo de asco oler las carnitas y ciertas otras cosas en la calle. ¿Qué será?
Hoy fue día de limpieza. Barriste y trapeaste, todo bien. No pensaste en mucho, salvo en que pronto tendrás taller. Tienes que prepararlo bien, para que a la gente le guste y te den más horas y más talleres. 
Algo para hacer feliz a todos.
Ni modo, si no te llaman acá, tendrás que viajar un poco más. Ni modo.
Mañana vas a un documento que te falta. Sólo eso.
Las cosas van.
Mañana esperas ver a tu amor y darle comidita rica, ¿qué será bueno prepararle?
Hoy no tienes muchas palabras.
Hoy te diste cuenta que has estado desgastada mental y emocionalmente.
Hoy te acordaste de aquél; sabes que no debes.
Hoy te estás ahogando con tantos aromas que tienes en la planta alta, pero es necesario para evitar a los indeseables. ¿Será que el producto que compraste funcionará?
A saber.
¿De verdad la gente está tan mal? ¿De verdad la empatía ya no existe?
Algún día tendrás que hablar con tu amiga, para saber el porqué de su cambio.
¿Quién querrá venir a visitarte?
En agosto comienzas el taller. Estás emocionada.
Te dio hambre, ¡qué extraño!

jueves, 11 de julio de 2019

Día cuatro punto cuatro.

Aquí me bajo.
Te levantaste. Hoy tuviste cólico, no muy fuerte, pero de esos que te quitan las ganas de andar, te dan sed y te debilitan.
Ayer compraste col morada; cinco pesos. Fue una ganga. Ayer compraste papas; catorce pesos el kilo, medio caro, pero necesitabas papas. Compraste unas chuletas de puerco. El carnicero las ahuma bastante bien. Necesitas comprar arena para Isis, que ya se le acabó. ¿Cuál fue la que salió buena? Ya irás. Hoy ya no fuiste porque saliste a hacer unas compras locas para la casa, entre incienso y velas de tapita y, de pronto te has debilitado. Por suerte, viste el transporte que te lleva a tu casa justo en la calle del Mercado nuevo, ¡quién iba a decir que también pasaba uno de esos por allí! Ya comprarás el aguardiente y lo demás otra ocasión. Estabas cansada, y con algo de prisa, porque resultó que te llamaron para que mandaras tus documentos a la casa de cultura, porque sí requerirán de tus talleres, uno o dos, esperas que dos, para que valga más la pena el viaje, y esperas que paguen más o menos bien, quizá mejor que en la otra casa de cultura, en donde quieren que des alemán (qué fiaca).
¿Y los masajes?
Nadie se ha interesado, nadie. Ni modo.
¿Y las clases de canto?
Tampoco nadie te ha llamado. La última persona que se interesó, te citó y no llegó.
Esperas que pronto se pueda hacer algo más por la lucha de las damitas, esperas poder hacerte un espacio y tal vez conocer personas con intereses similares a los tuyos. Hacer tertulias lindas.
También has aplicado para maestra de canto. Esperas poder llamar mañana para hacer cita, a pesar de que has enviado tu curriculum. La gente no se anima mucho a darte la oportunidad, a pesar de parecer estar calificada, y mira que sí te gusta dar canto, y mira que sí te gusta dar talleres y hacer feliz a la gente.
Hoy has comido mucho; se te ha antojado comer mucho. Ojalá no te arrepientas. Tal vez no, tal vez baje la comida. ¡Uy, y el cólico que finalmente se fue, como a eso de las 5 de la tarde!
Estuviste charlando con tu ex. La extrañas. Extrañas cómo habla y sus puntos de vista. Si por eso te hiciste su amiga y eso te encantaba de ella cuando andaban. Te gusta mucho la gente inteligente, que puede ver más allá de lo evidente, hasta el futuro —a pesar de sí mismos—. Si la invitaras a tu casa, ¿vendría? Tal vez no, tal vez necesites ir tú, ay, pero con prisas no es bonito el ir a ver a la gente.
Mañana será otro día y pronto verás a tu amor. Ojalá tengas un tiempito para arreglar la bibliografía y chulear aún más el texto ese pendiente que tienes de varios años.
Que mejore tu pancita.

Hoy, hace… dieciocho años todos sentimos un eclipse total de sol.