martes, 26 de septiembre de 2017

Un pay de pera y las variables.

Varias veces leí crónicas sobre el temblor del 85, cómo muchos salieron corriendo, otros se les hizo tarde, cómo el 19 de septiembre de 1985 fue un día que se no sucedió. Nunca creí vivir algo parecido y menos en una fecha tan similar: 19 de septiembre de 2017, el día que no sucedió, que se canceló. 
No sé si aún estoy lista para escribir algo al respecto, pero ahí voy, porque es necesario para la mente.
Ese día iba a salir más temprano de lo que acostumbro para ver a un viejo amigo, iba a venderle un pay de pera. La noche anterior nos habíamos puesto de acuerdo, nos citamos dos horas después de lo que ya nos habíamos citado, gracias a ello, el temblor no me tocó en la calle y estuve en casa para atender la peligrosa emergencia que surgió.
La noche anterior mandé emails, busqué lista de regentes de la ciudad e invité a una amiga a mi recital de Lied alemana, el cual, por obvias razones, se pospondrá. El día iba a transcurrir según lo planeado.
A eso de las 12 del medio día comencé a ensayar mis Lieder, dos vueltas por canción, un poco desganada, por alguna razón, que ya no recuerdo, mi voz estaba cansada, pero aún así, había que estudiar y no perder condición. Cuando terminé de cantar, apagué mi pista y me quedé un momento mirando hacia la esquina de mi cuarto, decidiendo qué hacer en los pocos minutos que me quedaban antes de bajar a comer, cuando de pronto sentí, oí, el gran azotón de la tierra, todo era ruido. Tuve unos segundos para pensar en qué bajar, tomé el celular, mi reloj, busqué las llaves en su cajita, pero no las hallé, bajé corriendo las escaleras y saqué a la chica que nos ayuda en casa, que el agua de llave abierta, ni modo. Nos quedamos en medio del patio, sintiendo, mirando, cómo todo se estremecía, cómo la casa y las ramas de los árboles no paraban. Traté de calmarla. Nunca en mi vida había sentido un movimiento tan violento.
Cuando terminó aquello, aunque dijeron después que aún no había parado, entré sola a la casa, cerré la llave del agua y apagué la estufa que estaba encendida, entonces, oímos un ruido espantoso, ¿qué era eso? Subí a ver, pensaba que se había roto una tubería y no, era el tanque del oxígeno de mi madre, se había caído y roto una válvula y el oxígeno salía ruidosamente. Lo levanté y no supe que hacer. Bajé de nuevo, pensando en una explosión. Llegó un vecino, me dijo del sonido y le pedí una llave para cerrar el tanque. Subí de nuevo y vino a mi mente la imagen de la válvula de arriba y pude cerrar el tanque.
Después de tranquilizarnos un poco y ver que estábamos incomunicadas, salí a buscar un teléfono público para avisar que estábamos bien y localizar a mi madre, porque trabaja en Fray Servando, en un edificio feo y viejo, de esos que la SEP acostumbra rentar para que sus empleados trabajen. Caminé hasta encontrar el único teléfono de monedas funcional, porque la gente del Ajusco acostumbra romper los teléfonos. Estábamos varios intentando localizar a los nuestros, todos en la angustia. Llamé a casa de mi novio, ahí me contestaron, pero había salido. Llamé al celular del Huehue muchas veces, hasta que me conectó. Me dijo que mi madre ya venía en camino y que él estaba atorado en el tráfico. Llamé de nuevo a mi novio y me dijo cómo se veía todo allá abajo.
La tarde fue silenciosa y larga. Mi gata estaba muy asustada y se escondió abajo de las escaleras. La saqué y nos fuimos a recostar al sillón del estudio porque se negó a estar en mi camita. Tuve miedo de mi cuarto.
Llegaron todos. Mi madre y yo envolvimos el tanque del oxígeno en una cobija. Nos dormimos.
Al día siguiente no podía pensar, no podía seguir nada, olvidaba donde dejaba las cosas, tenía sueño, pero no dormía, tenía hambre, pero no terminaba mi plato, me molestaban los ruidos fuertes y, para colmo, mi gata seguía muy asustada. Me quedé en el estudio todo el día, hasta que en la noche pude hablar con mi novio. Se armó la brigada.
Primero organizó a sus alumnos de la UAEMEX, que se fueron a Ocuilan, me parece,o tal vez no, y luego se coordinó con unos chicos del Poli, de la escuela de medicina y homeopatía. La cita era a las 12 del día en Tlalpan y Periférico para salir a Morelos.
Gracias a una bella amiga, se consiguió transporte para los médicos, mas no llegaron nunca. Tuvimos que salir del Tec de Monterrey con varios carros llenos de despensas, pero sin personas. Nos dejaron en Totolapan y de ahí, mi novio y yo, experimentamos la magia de los hilos que unen a la gente. 
La Brigada Fantasma se terminó de armar en Tlayacapan, Mor., estuvo conformada por los de 30 y tantos, mi novio y yo, profesores y 7 estudiantes de la ciudad de México y Morelos de entre 19 y 23 años. Nos llevaron a Tetela del Volcán y ahí estuvimos en remoción de escombros, mientras mi novio también coordinaba los otros grupos que salían de la ciudad y llegaban a diversas poblaciones de Morelos.
Él sentía que hacía poco, porque no llegamos con médicos, pero después vimos como el hecho de ir de avanzada logró que varios grupos viajaran hacia allá y se pusieran a ayudar. Sólo faltaba el primer impulso.
Agradezco infinitamente la vida que me ha tocado recorrer, las vivencias, el carácter demoniaco que tengo, que tenemos, su paciencia, mi capacidad de soportar el desgaste físico, nuestros recorridos de curiosidad en la ciudad, nuestras vivencias en campo, el hecho de que ambos hayamos tratado con chicos de 17 a 25 años en clase.
Todo se fue acomodando y fluyendo. Nuestros miedos cesaron. 
Nuestras vidas son otras ahora. Hemos comprendido, experimentado, cómo es que los hilos se juntan, nos atan y desatan, cómo nuestros caminos se van haciendo hacia un propósito y luego otro y otro, y, sin notarlo, vamos construyendo cosas hermosas.
Somos esas variables que destruyen, ejecutan, edifican, detienen, que sufren y gozan. La Madre Naturaleza, la constante. Responsables somos y acciones debemos tener, para bien, de preferencia.
Falta mucho por hacer. Y en eso seguiremos.
Somos otros, nuestro mundo se acabó y comenzó otro no exactamente igual, porque en nosotros está el mejorarlo.




domingo, 10 de septiembre de 2017

Una loquilla

Hoja en blanco.
Pensamientos acostumbrados.
Ruido. Silencio. Comodidad. Angustia.
Yo no sé qué son los celos, los conozco. Son la puerta del tormento del inseguro, la alarma imaginaria, la pesadilla y el reproche a media noche. ¿Decía que no sabía qué eran los celos?
Recuerdo esa vez de sueño, el llanto y el castigo por algo no cometido.
Pero hay una diferencia grande entre la opresión en el pecho de los celos y el drama a gran escala. 
¡Qué voy a saber de ello! Si todo eso quedó en el pasado remoto, muy remoto. ¡Qué voy a saber, si no lo recuerdo!
Yo no, pero sí mi cuerpo. No tiene la culpa la música, sino el evento. El acondicionamiento…
Y si he despegado es porque he querido, no importando nada, más que mi propia vida y mis placeres. Si temo, debo aguantar y seguir adelante, no hay manera de detenerse. Si caigo y me lastimo, no habrá sido la primera vez, la primera vergüenza o el primer desazón.
Y ya estoy volando y se siente bien, pero ahora temo el azotón, la dureza del suelo, que la inseguridad me carcoma. No hay mucho seguro, a veces nada, pero sigo volando.
Sólo espero ser suficiente.
(Sí, a veces me dedico a no ser clara.)


miércoles, 6 de septiembre de 2017

Las cosas simples.

Me gustan las cosas simples.
Pensaba que todo se debía al estilo de vida heterosexual que he estado llevando y no, es algo más complicado, mejor dicho, complejo. La idealización de alguien y no mirarlo aquí en la tierra. ¿Cómo se pueden acercar dos seres si no están en el mismo plano? 
Pon los pies en la tierra y mira mis ojitos, luego mira mis pies y bésalos, pero bésalos porque son míos, soy yo y es mi cuerpo. Bésalos porque me amas y no porque puedo darte algo a cambio, ¿qué podría yo darte que no te he dado ya? Sí, supongo que más. Tampoco es cuestión de alardear y decir que soy la mejor, que soy infalible, porque no, no lo soy. Afortunadamente he sido falible toda esta vida y eso me ha hecho ser quien soy.
¿Qué es el amor romántico? ¿Cómo se ama románticamente? ¿Cuál es el estereotipo de amor, del enamoramiento? ¿También hay estereotipo de la pasión? O todo es simplemente un tipo de, una tipología del amor, de lo romántico, del enamoramiento, de la pasión. Muchos lo han hecho ya y no sé si estoy calificada para hacerlo también. 
Me hundo en mis sueños y veo puertas, un baño, frío, charlas, ganas de no estar allí. No es un lugar cerrado, tampoco abierto. No sé siquiera si sea un lugar. ¿Tampoco sé si es amor? ¿Cómo puedo estar segura de que lo es? No, de eso no he huido nunca, ni me da miedo, ni creo que lastimará (aunque lo sé), pero no me importa. Si lastima, así será (¿estaba escrito?), o son las decisiones mismas, las tomadas a tal grado de consciencia, que se sabe por antelación el resultado posible. 
Mientras tanto, a gozar, que el mundo se va a acabar.
Me gustan las cosas simples, aquéllas que hacen feliz en un instante. Las comidas sabrosas, bien sazonadas, los lugares calientitos, el chocolate verdadero, igual que el café. Podría corregir y decir que en vez de gustarme las cosas simples, me gustan las cosas auténticas, aquéllas donde no es necesario alardear el valor, donde a simple vista, gusto, olfato, tacto, se sienten.
No quiero la elaboración y lo fingido, no quiero lujos innecesarios. El verdadero lujo es gozar del amor, la compañía, las cosas, la vida, sin complicaciones ni presentaciones suntuosas, que lo suntuoso ya es uno mismo.
Ama.



viernes, 1 de septiembre de 2017

Supuesto aniversario

Divertido, muy divertido el ver la insatisfacción, la irresponsabilidad, la inmadurez emocional de la que hace gala aquél que un año atrás me pidió negarlo tres veces (o algo así). Más que gracioso, es penoso, penoso el ver cómo oculta algo que no es nada, ni lo fue en ningún momento, porque era fugaz y mero divertimento, no más. ¿Cariño? Sí, tal vez hubo, pero no el suficiente como para tambalear mis relaciones o poner en perspectiva mi vida.
En realidad no es nada, no fue nada. ¿Lo extrañé? Sí, como se extrañan los buenos momentos o quien aguante tus malos pensamientos.
Ni modo, ¿qué se le va a hacer? ¿Qué puedo hacer ante una persona maniatada por su propio gusto?
Y pensar que yo… (no termino la frase).
Cual si fuera realmente importante y no; quien fue importante aún está, o no, pero estuvo. ¿Quién de ustedes es capaz de hablarle a una desconocida para preguntar si aún tienen contacto con su pareja en turno por celos de algo que pudo o no haber pasado cuando no se estaba o se mantenía relación con con la dicha pareja en turno? Y usted, pareja en turno, ¿es incapaz de sosegar a la fiera que se ha despertado por las imaginerías de terceros? ¿Qué tanto mal le ha hecho que no puede ponerle un alto?
Pobre tonto.
Mejor sigo con mi camino, este lleno de sorpresas y pequeñas satisfacciones, lleno de luchas, campañas, empresas y amores. Lleno del todo y la nada y de las maravillas causadas cuando los caminos verdaderamente importantes se juntan.
¡Qué más quisiera ese pobre tonto el tener la libertad de amar de los modos todos en los que se puede amar!
El modo honesto. El modo silencioso. El modo extravagante. El modo nihilista. El modo sibarita. El modo libertario. El modo desprendido. El modo que a uno le dé la gana.
Lo siento, tú que fuiste amigo, por estar ahí, en el no modo.
Mientras tanto yo, en mis ensoñaciones varias, seguiré pensando gratamente en nuevas y viejas formas de ser mí misma; me seguiré mostrando cada vez más tal cual soy, no tendré más empacho, porque sí, un amor, un cariño, la enunciación del mismo, me hace más segura, confiada y relajada.
Ahora puedo ser yo.