domingo, 26 de septiembre de 2021

Me desborono

Estoy demasiado triste para mí, para crear, para formar. Estoy demasiado triste para leer, para llenar, razonar y reformular espacios, teorías. No quiero saber de las cosas del mundo, de lo externo a mí, de lo que ha molestado a las demás por siglos. Hoy no. Hoy no quiero ver por nadie, por las desvalidas, por las aguerridas. Quiero ver en mí, en mi destino, en el tajo cortado que he dejado de lado, allá, lejos, en el pasado, en el frío y eterno invierno de mi juventud, la que cesó el día 6 de febrero y terminó de rematarse el 22.
No quiero sino pensar en mi destino erradicado, terrado, por mi corazón dejado de lado, ese que casi no daba de sí ya. ¿Quién iba a pensar que una ausencia así haría tal mella en el camino?
Interrupción.
Continuación.


Desvío mi mente y la mirada hacia los deseos varios. El se etérea y eterna, quedarme como espina dentro del abismo suave de todos los que me tocan, pero quien ha quedado dentro ha sido mi madre.
No tengo ya referente, ni memoria, no recuerdo mucho de los cuentos y vivencias, unos lugares vagos a los que fui ya hace muchos años. Un canal, un río, árboles y calor. Y nada ya está allí, supongo, son difusos momentos poco significativos, para nadie, para mí solamente. Un  pequeño grano de arroz, y roto.
Ese soy yo.

Escribir de corrido tampoco puedo hoy. Quizá debería dejarlo aquí, tal vez no. Este desgarre, este ansia de escuchar la perfección, el lamento contento, el día de sol idóneo para secar la ropa. Este trauma insostenible y la flexibilidad. Nada.

¿Qué es de mí, tabla a la deriva en este río casi seco?