martes, 23 de julio de 2019

Día dos punto seis.

Nomeolvides
¿Albricias? Albricias. ¡Albricias!
Hoy despertaste en casa de tu madre. La fuiste a visitar después de ir al dentista. Aún te molesta un poco la muela, pero estarás bien. Ya pronto estarás bien.
¿Ya pronto estarás bien?
Sí.
Tu amor estará pronto contigo, falta menos, falta poco, falta que falte, pero ya es menos. Pensabas que sería más, algo así como eterno. ¿Y qué harán juntos de nuevo en casa?
Habrá oportunidad de trasplantar sus plantitas, de cuidar a las gatitas, de dormir juntos, hacer la compra, comer juntos. Ya pronto.
La casa de tu madre sigue igual y diferente; diferente porque te has liberado de ese sitio, igual porque la gente no cambia, porque los hábitos no cambian, porque los malos humores persisten, porque los defectos se agrandan. No dirás más, no aquí.
Qué bueno que te has liberado de allá, que te has liberado del frío, de la incomodidad, de tu cuarto helado. Esta vez estuviste en el cuarto de visitas. Sí que no es frío allí; sí que tu cuarto siempre fue el peor. El techo tan alto, el piso como un hielo, la ventana que da al norte.
Tu perrita es bonita, ya tiene canitas. Le prometiste que le festejarías sus once años. ¡Once años tiene ya Gilda! Le comprarás un huesote y le darás muchos besos.
Tus florecitas están por doquier, tu aguacate es grande y feliz, también el nogal. A ellos sí que los extrañas, también a tu madre.
Comiste bastante, hasta casi reventar, te llenas muy pronto, ¡pero te gusta tanto comer!
Y de vuelta a casa, agradeciste la cercanía de las cosas, que aún pudieras hacer algo más en este día, y  no sólo llegar exhausta.
Lo esperas, con ansias lo esperas.
Llegará pronto.

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