martes, 10 de mayo de 2022

Sufrimientos

Este día de la madre la recuerdo, pero no la recuerdo ni bonito ni feo, sólo la recuerdo, no a ella, sino lo que opté por hacer ese día para festejarla. Comida y pastel. No había otra cosa más que saliera de mi corazón, ni de mi bolsillo, porque le gustaban cosas muy caras, o perfumes muy oloroso, o aretes sólo de oro, porque le hacían reacción los otros, que sabía que perdería muy prontamente.
Alguna vez de algún viaje le regalé una mañanita, esa sí le gustó.
También alguna vez le regalé un rebozo, ese también le gustó.
Fuera de eso, cualquier otro regalo no sé, creo que no le gustaba, o tal vez sí, pero me era difícil encontrarlo en esas fechas, puesto que todo está retacado de cosas que el mercado dice que le gusta a las mamás, cosa más mentirosa.
Este día de la madre la recuerdo y la recordaré, porque veo que muchas la festejan, la exponen, la presumen. Yo no, sólo, acaso, muestro su imagen, la expongo un tanto. Jamás en vida la presumí, jamás dije, miren todos es mi mamá. No era vergüenza, era algo personal e íntimo, era mi relación con ella y nada más. Nadie más tenía que inmiscuirse en ella, nadie. Aunque al final resultara que todos querían meter su cuchara, que varios dijeran pestes de mí con ella y que ella optara por no decirme las cosas importantes. Aunque al final resultara que quien yo creía que era ella, no era, sino su imagen en mi cabeza, la que quise construir, la que tuve que formar para crear mi propia personalidad, tan alejada de ella como me era posible, y al mismo tiempo, tan parecida. Qué terrible.
Y ahora, en este día de las madres he llorado, pero no por ella, sino por mí, porque no entiendo, porque entiendo, pero porque necesito ternura y no la tengo, porque debo ocuparme de las cosas viejas, de las nuevas, de las nunca estrenadas y también de mi padre, porque debo ver que no se mate, que sobreviva, que viva lo más decentemente posible. Vivirá.
Y vivirá a costa del cansancio de mi cuerpo, de mi cintura rota por hacer el doble de guisado, por andar de un lugar a otro y tratar de dejar todo cubierto, para poder sobrevivir yo, y poder pensar en mí nuevamente. Hace falta mi vida, y no la tengo, no por el momento. Tan cansado mi cuerpo.
Tiene poco que me dijeron que ya no siento, que sólo pienso y es cierto, totalmente cierto, porque no puedo sentir, porque todo duele y porque, cuando necesito sentir encuentro un muro agresivo, un muro sombrío, agreste. ¿Qué culpa tiene mi padre de no poder tener toda su mente en forma?
Sólo quiero alejarme ya mismo, en este momento. Sólo eso, y sé muy bien de la fecha especial que se avecina, pero también sé que poco se podrá hacer esta ocasión y es triste, también terrible, aunque también sé muy bien que el corazón falto de ternura no podrá dar mucho ese día.
Si tan siquiera fueran dulces conmigo…

La dulzura

El pasado