viernes, 31 de diciembre de 2010

31.12.2010 17:27

Mis galletas choco-café-cacahuate de año nuevo.

Mi 2010 no fue cualquier año. Empezó bien, al lado del amor y así continuó. Pasé momentos felices con mi Gato y jugamos mucho.
Hubo viajes, vacaciones y luego pocos viajes y terror.
Hubo amigos nuevos con quien platicar por las noches del messenger.
Hubo adicción al twitter y lindas relaciones allí también.
Hubo peleas calladas, internas, mentales y una reconciliación de palabras, las más veraces.
Hubo sexo, alcohol y mucha música.
Canté Mahler, volví a sentir el apoyo de quien canta junto a ti, me llené de amigos nuevamente, de esos amigos que te entienden y casi te leen la mente.
Pensé en el Olvido.
Pensé en la Desaparición.
Nada y todo se me hizo.
Mi 2010 fue del esperado viaje secreto y de tener un objetivo errante (ahora un tanto incierto).
Y por si fuera poco, en mi 2010 fue que finalmente me encontré y me dije:
"Evabé, ésta es quien eres, con chinos, chichis grandes, pantorrillas perfectas, constantes apetitos sexuales, magia en la cocina, adicción a la red y al pulque, gozosa, extrañamente tierna, con amor (aunque suene a cliché), amistades maravillosas, eternas, y familia (desperdigada, afortunadamente), familia que te dio la educación y los tips para sobrevivir."
El 2010 supe, después de casi 28 años de existencia, que no estoy sola en este mundo.

Gracias.
(Felicidades Shinji.)

17:43


31.12.2010 11:09


Podría empezar a rascar memorias del año, ver que tal vez no todo fue tan bueno, que no tuve aventuras, que no tomé tanto pulque, ni vi a tantos amigos, ni salí del paisito, ni probé nuevas comidas. Podría decir que estoy metida en casa o estoy en un desesperado café internet haciendo esta entrada; podría decir que me escapé de nuevo de las garras familiares y estoy en los brazos de mi amada.
Podría dejar de inventar.
Diré pues, que estoy sentada en mi silla-cuidadora-de-mí y que mi lap Ropota está posada en una mesa negra de patas retráctiles; que mis dedos de nueva cuenta han manchado el teclado, ahora de crema de cacahuate. Tomo un café no tan malo que decía en la etiqueta ser orgánico; como una rebanada del pansote que tanto me gusta; he tomado ya mi avenita, sí aquélla que madre me enseñó a preparar y que ella jura y perjura que gracias a ésta, no tiene gastritis, porque toma grandes cantidades de medicamentos.
Ante la ventana que da al garage y a la nieve, me he sentado a reflexionar (y a flexionar un tanto mi rodilla sobre la otra). He querido escribir tanto sobre este año que al principio parecía atole, pero ya a esta fecha he visto que ni como agua, ni como atole, sino como polvito mágico ha pasado por mí.
Podría hacer la enumeración de los hechos relevantes de mi vida en este periodo de tiempo, pero sería hacer mucha memoria.

Tal vez al rato.
11:27


31.12.2010


Las calzas bajo Robota. Las fotocopias sobre la nueva mesa. La lámpara apagada. Un bello y alto techo. Llegar aquí después de huir de la locura, después del mayor miedo, después de haber sentido frío del malo.
Aterrizar en estas tierras, aún sin frío, con calores veraniegos (sólo por una semana). Experimentar otro idioma e irse soltando poco a poco.
Ver que, después de todo, sí he aprendido a vivir.

¡Se siente tan bien!



lunes, 27 de diciembre de 2010

Pian pianito


Pian pianito que hay uno aquí, vertical y afinadito y que me puede mucho distraer, mas para distracciones tengo yo de sobra y eso que estoy sola en la casa más vieja que pude encontrar para alojarme, pero no temo, porque me gusta estar sola en casas grandes y empulgar a mis anchas los muebles y usar la cocina para mis satisfacciones.
Pian pianito que debo apurarme y seguir con el proyecto y dejar a un lado las malas experiencias y tener en cuenta que en este mundo, tanto existe gente enferma mental, como gente verdaderamente generosa y buena.
Pian pianito y los techos altos, los pisos de madera y la necesidad de una mesa con silla para sentarse, leer y escribir.
Pian pianito, que no estoy sola en este mundo.


martes, 21 de diciembre de 2010

El invierno


Viene el invierno con aires fríos, frescos, suaves y olores tenues.
Vien el invierno con hambre, sed y ganas de tener todo nuevo y ser otra y ser yo misma y reír y aceptar regalos y enviar unos tantos allende el territorio Americano.
Entre las noticias del sur lejano y las buenas nuevas y las ilusiones de lo también nuevo y que es bueno.
El invierno llegó y no estuve sola, pronto lo estaré, pero he de gozar estos días últimos de hablar español con alguien más.

jueves, 16 de diciembre de 2010

News


Raro estar aquí, raro sentirme cómoda, raro no sentirme sola, raro platicar con gente, raro perder mi rutina. Se fue, como si hubiera sido otra vida o como un sueño de esos que olvidas aunque no quieras.
Muchas preguntas y decisiones que tomar. Respuestas y puertas abiertas, caminos y no veredas; amigos y no terror.
Esa noche jamás la olvidaré, como tampoco me olvidaré de los que vinieron y me rescataron.
Enfrentarse con la locura real; aunque sería mejor decir que es irreal. Hacer relaciones inexistentes, tomar las suposiciones como las más puras verdades.
Dentro del universo de la cordura (o la más cordura que otras corduras, o la mediana cordura, la que no necesita medicación), lo irracional no es lo que parece.
Que de una discusión académica por instrucciones vagas y mente que necesita precisión, a aseverar que se insulta grandemente a una familia por el desagrado de ciertos autores en un curso, a estar completamente segura que habrá ataques físicos, al parecer, no hay más que una delgada linea, cuando se está enfermo mentalmente.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Anexo


...y tuve súbita felicidad por las tonterías hechas y palabras no huecas que vinieron de pronto a la pantalla de Robota.

Porque soy loca, muy loca.

Pasado


Todas las obsesiones, todas las pérdidas, ninguna ganancia, ¿ninguna?
De ser quien da consuelo, ánimo, consejo; a ser la que da el cuerpo nada más, la que nació para eso, a la que poco le preguntan; a ser la que saca pa'fuera, la que ayuda, la que (odiaré poner esta palabra) florece; a ser la segura, la que da fuego, la que no quiere más problemas, la que ama, la que sólo a dado cariño; a volver a ser la loca, obsesiva, controladora, la horrible mujer que pone en práctica las enseñanzas culpígenas que su madre le mostró.
¿Es todo esto cierto? ¿Soy sólo cuerpo o sólo seso o sólo sexo o sólo amor o sólo recriminación?
Un montón de palabras podría escribir para explicarme y jamás darme por bien servida.
¿En qué momento está ese control sobre mí de nuevo?
No ceder más, siempre me he prometido; sin embargo vuelvo a hacerlo, a decir que sí, que todo está bien, que no hay problema y sonrío de la manera amarga con la que suelo hacerlo y entre más pasa el tiempo, más guardo rencores. La pena.
Dejar y ser libre, no juzgar, que sean, ser paciente. Ha funcionado, ha habido menos presiones innecesarias, han ido y venido y han hecho lo que han querido a sus anchas, pero ¡me han dado cariño constante! Continuidad, consistencia.
Ésa ha de ser la diferencia. Quien deja una semilla sembrada y se va, esperando que se de algo, pero jamás regresa a siquiera darle un cuidado, difícilmente obtendrá algún fruto.
No. Sí. No.
No soy de cuidado extremo.
Sí soy de cuidado extremo, cuando lo pido.
No soy de cuidado extremo cuando no lo pido.
Siquiera por gentileza las cosas hechas, eso sí, que hasta los conocidos más desconocidos las han tenido conmigo. ¡Ah! ¿Por qué parece que pido tanto?
Con tantos kilómetros de distancia, poco se puede hacer, reír por las noches con quien quiere usar sus dedos, sus ojos, su ordenador encendido y dejar que la distancia, perspectiva, qué se yo, como se diga, como él lo diga. [autocensura]
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Estoy entre tus enredos, mis miedos, mis seguridades y las inseguridades tuyas y me gusta, sin embargo, porque tengo eso otro que jamás había tenido.
No olvido, jamás Olvido.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Iluminación


Lo que no se atreve a decir-escribir, pero que llega tan pronto aparecen las distracciones–o las labores. Sorpresa de lo que viene a la mente; lo que llega a los ojos; lo que se alberga entre el cráneo, el cuero cabelludo y el cabello y una sonrisa –entre amarga, entrecortante, entre feliz (locamente)– estalla en la pared y se atreve a emitir sonido–siquiera un débil–por miedo al silbido que permanece fuera de su fortaleza.
Sabes a qué viniste a esta vida y no puedes olvidarlo, por eso recurres a aquello que paz te da; lo que jamás podría herirte. Aunque en realidad, toda persona es capaz hasta de asesinar lo más preciado de otra (o eso me han contado).
¿Quisieras tú tomar esa responsabilidad? (Mientras tanto, otra voz bien le dice lo que siempre–siempre y todo el tiempo–sabe).

viernes, 3 de diciembre de 2010

Saber


Siempre que escribo aquí me doy cuenta de cuán aburrida estoy de mis palabras; sin embargo sigo haciéndolo. No puedo evitarlo más.
Con tres cosillas y ya, estuvo. Sé lo que hay en la cabeza, no sólo pelo, no sólo ojos, nariz y boca, no sólo sesos. Sé que algo más yace dentro: los pensamientos, los verdaderos, los cuales leo. ¿Cómo creerlo? Más vale enterarse, o mejor no enterarse, ¿qué importa?
Fuera del alcance y escudriñando, aprovechando que hay lecturas, distracciones pocas, se es capaz de saber todo lo que nadie nunca se atreve a decir–escribir– directamente.

Tú lo pediste y sólo para ti.

La pantalla



Preguntas, respuestas, peticiones, quejas, sugerencias.
Dedos que dejan de moverse a ratos. Es impresionante la facilidad extrema para comunicarse acá.
Palabras fáciles, mas respuestas difíciles.
Hastío de lecturas, pensares. Que alguien me salve de mí misma.
Las fantasías, querencias, deseos, todas tan lejos y tan al alcance de un teclado y de una pantalla que, con el tiempo, será cada vez más delgada, hasta llegar a ser una proyección en la mente humana.
Tuviera el valor, pero es la misma de siempre:
Un cofre cerrado y dentro no otra cosa que sus mieles.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Diciembre me gustó


De saber, de oír, de leer, de ti, de mí, del no se qué. De tener un nombre, de soñar, de resoñar, de resoplar, de repollo. Me deja tiempo para pensar, recordar, mironear lo que queda dentro y aquello que yo ya no quiero, que dejé de sentir y que a veces regresa. ¿Será verdad que somos igualitos? El gesto me hizo pensar y lo hice, saqué la foto y ahora la miro, la miro y sé que tal vez sí, pero ya no importa; aunque sé también ahora que–tampoco importa– todo quizá terminó antes de ser otra.
Todo pasó por haber visto nieve y haber recordado las primeras fotos de nieve que había tomado y que no poseo más, pues las dejé en otras manos.
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Mi nombre, el de mujer primera, el de la hecha de costilla, la que aceptó las condiciones del otro. El nombre que gusta y no porque se le prefiere en diminutivo "Evita" o acompañado de otro para suavizarlo "Eva ______" o que después de los veintes casi instantáneamente –y con mucha facilidad– se convierte en "Doña Eva"
El nombre que jamás parecerá maternal, el mío, me gusta.