lunes, 17 de julio de 2017

De la capirotada del amor.

Regreso de un viaje bien planeado y placentero. Conozco gente nueva. Conozco un lugar no conocido antes. Me duermo. Despierto. ¿De qué tanto hemos hablado? De toda nuestra vida y obra, de los deseos, la vida, los sueños, ni tan sueños. Hemos hablado de hecho, energía, voluntades. Todas las voluntades sin falta. Esas voluntades que son dueñas de nuestros errores y aciertos. sí, de eso hablamos.
Los pequeños detalles, los que construyen esta vida. ¿Qué es lo trascendental? ¿Acaso importa?
O será que vinimos a esta vida al puro gozo, ¡quién sabe! No sé quién en verdad querría saberlo o, ¿qué tal si sabemos la respuesta a todas las preguntas del universo y no nos gusta? Sí, lo sé, eso ya ha sido escrito.
A veces olvido los lazos importantes porque se me remoja el cerebro de tanta lluvia sin ton ni son, por esta lluvia de va de arriba a abajo y que enfría las articulaciones. 
Nada como un pequeño viaje para reconocer a las personas hermosas, las acciones, las fortalezas, todas esas cosas de las que nos hemos ido construyendo: El valor de los años. ¿O será del tiempo? Sé que todo esto puede no tener sentido, mas poco me importa.
Pocos y muchos saben que cuando hay un conflicto anímico en mí, lo mejor que puedo hacer es capirotada (pan endurecido, miel de piloncillo, canela, coco, pasas, nueces varias, queso). La mayoría de las veces funciona, pero esta vez no solucionó todo, quedó un poco de aquello que lastima, aquello que encuentro cuando miro fijamente mis ojos en el espejo, lo que juega en mi frente cuando dejo que mis pensamientos se estanquen, eso que he dicho y que, de alguna forma, no ha llegado del modo adecuado al receptor.
Lo cierto es que, entre más conflicto anímico haya en mis emociones, mejor sabor tiene la capirotada y esta capirotada, salió riquísima…sin embargo…
Algo quedó atorado, algo detonó el dolor y el silencio.
Nada como los nuevos aires para mirarse y poder hablar de sí mismo, reconocerse, conocer al otro, mirar con los mismos ojos esos otros ojos, transformarse. Sonreír al saber lo valioso que es tener un amigo entrañable que siempre estará allí, a pesar de las distancias, los tiempos, los estudios, los hijos; y al saber que siempre se podrá conocer con aún más
profundidad a alguien.
Estaré feliz al mirarme en el otro y escuchar las maravillas que puede decir de mí.
Estaré feliz de ver nuevamente al verdadero amor, estar allí para él, tratar de darle un poco de mi felicidad.
Regresé muy feliz.

Centro Cultural Mexiquense Bicentenario.