martes, 10 de septiembre de 2019

La Diosa callada.

Cosas van y cosas vienen.
Apoyar.
Ahora va el apoyar el nuevo reto, la empresa que nunca pensé, pero que ya se está dando. Me da gusto que sea, que no quede en un tal vez después, que sí de haga, aunque haya consecuencias insospechadas.
¿Dónde está la Diosa para ayudar?
No quiere su ayuda, no la quiere, no la necesita, tal vez, o su nivel de ansiedad es demasiado alto.
¿Qué más puedo hacer para ayudarlo a pasar el trago amargo? Sé que no será eterno, pero así lo siente ahora, y así lo siento ahora yo también. 
No imaginamos que esa sería una de las consecuencias.
Y tu cuerpo se hace cada vez más viejo.
Tu cuerpo cada vez siente menos deseo, cada vez está más seco, tal vez hasta podrido. Siento cómo pasa el tiempo aplastante sobre mí, cómo me exprime lo último de belleza y juventud, cómo me pasa factura y me deja seca, seca.
¿Será que debo reaprender? Tal vez, pero bien quería aprovechar esa racha y sacar de vuelta a la Diosa y saciarla y nada, no pasó nada. Tan sólo lágrimas y frustración, porque no soy más que eso cuando no se da lo que quiero (en todo), pero esta vez fue bien distinto. Esta vez era un algo más que la Diosa, era expresión, era ayuda, era el precioso momento, y se fue.
No sé cuánto tiempo me queda, cada vez es menos, cada vez me canso más, cada vez el cuerpo siente el rotundo y aplastante deseo.
Un día ya no seré yo, o quizá ya no soy yo, porque estoy viviendo en la contradicción feminista, en la contradicción de la máscara, de lo que digo ser y hacer en contra de lo que en verdad hago y soy, lo que permito hacer, todo en pos del placer. 
Quizá ya no soy yo porque me he mentido, porque me he traicionado por muchos, muchos años, porque me había encontrado y me he perdido nuevamente, porque doy concesiones, porque callo. Ya no quise callar, aunque callaba, y lo hacía porque todo iba relativamente bien, porque no hubo trabas…Hasta que las hubo, y fue ahí donde se destapó lo que no pensé que se destaparía: La verdadera Diosa no tiene que suplicar. A la verdadera Diosa se le tiene que complacer.
¿Y qué pasa cuando eso no pasa? ¿Qué pasa cuando la Diosa ha vivido atada, complaciendo?
Será cansada esta etapa, sí, lo sabemos. No sabíamos que llegaría esto.
No se trata de deseo, sino de quién sí deja pasar y quién no.
La Diosa está marchitándose.


No hay comentarios: