jueves, 8 de agosto de 2019

El regreso.

Y estuvo contigo. Está justo aquí, sentado atrás de ti viendo un algo de una nueva empresa que tiene en la cabeza, todo gracias a un viejo compañero de la preparatoria.
Todo ha sido diferente, todo ha sido inesperado. Su regreso, tu regreso, su ida, la vuelta, la vida.
De los anzuelos que tiraste, poco ha picado, pero ahí va, te desesperas.
Me canso, es cansado esperar y esperar, o ver que sí llega, pero que no está lo suficientemente cerca para ti. Es cansado saber que está mal, que tiene su dolencia y que su ánimo no es el más dulce. De verdad quisiera que estuviera bien y suave, que pudiera prestarte toda la atención, y lo hace, creo, pero no del todo, porque hay algo que se lo impide. ¿Qué puedo hacer? Esperar a que pase la dolencia, o ¿qué otra cosa?
Te cansas de saber que algo no corre bien, que hay algo triste en la vida.
A veces parece que soy yo la que no está bien. Tal vez sea que ya no me sé comunicar con la gente, con él, a veces parece que se me acabaron las palabras, o que quiero que capte todas tus palabras, que no se le escape ninguna, porque ya se le escaparon muchas, todas las que no emitiste en el tiempo que no estuvo contigo. Como si me lo debiera. ¿Me lo debe?
¿En realidad me debía las cosas?
Yo sólo quería unos colores prismacolor, era todo. Me pregunto si aún lo recuerda. Temo decirle, porque temo ver cómo lo olvidó. Mejor no digo nada, aunque sé que leerá esto, tal vez, y que sepa que era lo que querías. Eso es todo.
Te hace falta, y eso que ya está aquí, pero te hace falta: Su vivacidad, su cariño, su ser entero para ti, y no para nadie más (¿y para él) Para él también, pero para ti. Has de ser una enferma por querer esas cosas. 
¿No será que no es lo que esperaba? 
No, respondo, no esperaba nada, más que estuviera aquí conmigo, para hacer las cosas juntos, las cosas de los dos. Al principio pensaba que me iba a estorbar en la cama, y no, pude dormir con él a mi lado sin ningún problema, pero…algo ha cambiado, algún hábito, alguna cosita que antes había y que ahora no, porque quizás las noches ya eran muy diferentes así separados. Tendríamos que reconstruir esa convivencia. Será.
Es extraño porque a veces no sabes si está enojado, si tiene molestia, o si la que está enojada eres tú. Tratas de agarrar distancia y dar buena cara, pero no te sientes tú, no te sientes con él, por más que te esfuerzas, no. ¿Qué será?
Tendrán que hablar, pero el sólo hecho de pensar en ello te agobia, como te agobia todo lo que está por venir, todo lo que hay que hacer, el cierre de año encumbrado y dilatado, la vida misma. 
Y tú que quieres toda la atención, todo el cariño, toda la vida, el aliento y la carne, y él, que no te lo puede dar…
Mientras tanto, me mantengo cerrada, callada, creo que ya estaba acostumbrada.

Popocatépetl de mañana.

No hay comentarios: