domingo, 29 de agosto de 2010

Antisocial.



Estos días de silencio, de extrañar, de nostalgias, de ánimos extraños extrañados, extrañemos.
A mi gata, a mi perra, a mi Gato.
Este domingo de silencio y grillos allá afuera, de calor en chicotazos de los bichos más extraños, de poca sombra. La extrañé tanto, porque mis domingos atemporales los pasaba con ella, para luego partir y hacer movimiento sureño y llegar de noche a mi casa y ser feliz porque con ella estuve.
El silencio se aposenta en cada rincón de mis tímpanos, mi lengua de adormece; a quien le hago compañía se aísla y yo otro tanto más. Dos personas acostumbradas a pasar largos ratos a solas.
Más antisocial que ni en mis más terribles días de peleas o en los días adolescentes o en los días en los que de mi casa no salir decidía.
La tele hace ruido, el radio hace ruido, ¿será acaso mi nacionalidad la que necesita más decibeles? No lo creo, estoy acostumbrada al silencio. ¿Y entonces? Entonces es que casi no he hablado, que he visto poca gente, que los "how are you?" son no más que frases generalizadas, que necesito algo personalizado.


No hay comentarios: