domingo, 30 de junio de 2019

Domingo dos.

Muchas emociones.
Tu amor ya se fue. Hicieron el amor con delicadeza y cariño, con un poco de dolor, como les gusta. Fue así porque tenías cosas a flor de piel.
Fueron a la marcha del orgullo gay. Te divertiste mucho. Sacaste fotos que esperas salgan bien; fue tu primera vez con foto antropológica y con Petra. También sacaste fotos de edificios que esperan no tiren pronto; fotos para tu proyecto de EL ARTEEEEEE, no, no lo dejas, ni lo postergas, le das su tiempo, así como te das tu tiempo.
Tuviste emociones gratas, diversión; te encontraste gente, no sabías que ese amigo ya tenía esposo. Te gusta ver gente en la calle y saludar.
Luego fueron a comer ramen y okonomiyaki, fue un exceso pero lo valió, más porque en tu lugar de residencia no conocen ni el ramen, ni el okonomiyaki. ¡Extrañas tanto la comida japonesa!
Como llevaste auto para tu excursión a la Ciudad de México, pudiste llegar más tarde a casa. Manejaste con mayor confianza; conoces mejor la carretera que conecta de Chalco a tu lugar de residencia. Tuviste una tarde tranquila, bastante agradable y hasta libre de lluvia.
Te gusta ser gay ahora más que antes, justo porque antes, aunque eras más bien lésbica, te ceñían más tus parejas; no te dejaban manifestarte abiertamente sobre tus gustos, mucho menos te permitían la diversión y la demostración alegre que implica la marcha del orgullo gay. Ahora no es así. Ahora puedes —y a tu amor también le gusta— ser gay, ser la bisexual que siempre has sido, feliz, orgullosa, cómoda contigo misma. Miras a tus compañeros manifestantes iguales a ti, felices, orgullosos y cómodos consigo mismos, porque, si no es abrigados entre la muchedumbre diversa, ¿cuándo?
A pesar de que siempre puede uno manifestar la preferencia sexual, no siempre se puede hacer de manera tan divertida y segura. 

Lamentablemente, en los centros laborales, en las familias, en el día a día, la gente no puede ser tan sí misma como se desea, so pena de, no sólo el desagrado, sino de la discriminación y la violencia. Tú sabes que así pasa. Y aún así, no bajas la guardia, y esperas que los demás manifestantes no la bajen, y estás ahí presente, frente a todos aquellos que se escandalizan porque van encuerados, con body paint, con plumas, con tremendos tacones, estás ahí demostrando que eres y que existes, que tus compañeros manifestantes existen y que sí son cómodos y felices, que su manifestación es válida en tanto a performance del día de la marcha del orgullo de lo que son; de lo que somos.
Tu amor es feliz, lo ves feliz y satisfecho; ahora que hay cada vez más gente de género fluido, ahora que hay más de aquellos a los que solías llamar Das, todos ellos que no sabes exactamente si son hombres, mujeres o quimeras, pero que no importa, porque son personas. Sí, tu amor es muy feliz entre lo diverso.

Pero el día acabó de manera trágica.
Al llegar a casa te enteraste de la desaparición de una compa de tu escuela secundaria, alguien con quien no conviviste mucho en tus años estudiantiles, pero que, después de muchos años, tuviste muchos puntos de vista en común con ella y te sorprendiste. La aprecias por eso, por madura, por fuerte, por inteligente, por seria. La aprecias mucho, así como todos los demás compañeros que convivieron con ella, porque sí, todos crecimos juntos en ese grupo, logramos algo, además de jugar fútbol y ser campeones de la mini liga del colegio. Estás llena de congoja, como ellos, imaginas con horror los posibles. Soñaste que ella ya estaba salva, y no. Al despertar, aún no se sabía nada de ella.
Te duele. Te da coraje. No quieres. No queremos.
Aparece, por favor.

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