viernes, 21 de junio de 2019

Día cinco punto uno


Explanada de la antigua estación de ferrocarril de Cuautla

Pensabas que no escribirías hoy, pero sí, lo harás; lo harás porque tu amor no está acá. Al parecer tiene alguna complicación en su labor. Tendrás que esperar un día más; una noche más.
Los días no te parecen tan pesados como las noches. A veces llenas de mosquitos; a veces llenas de malignos. Hoy llevas dos, uno en la tardecita y otro ahorita en la nochecita. No te gustan los alacranes y menos estos, que son de los peligrosos.
Tu relación con ellos ha cambiado un poco. Antes de daban terror, ahora también, pero les puedes pedir disculpas cada que matas uno, y no lo harías, si no supieras que  se pueden ir a esconder a tu ropa y hacerte pasar un trago muy amargo. Si no fueran tantos, si no fueran de los más venenosos…
Hoy le dijiste al que mataste: "Lo siento animalito" Tu cabeza da vueltas y vueltas pensando en el método de repelerlos en los próximos meses: el periodo de apareamiento, porque parece ser que no hay repelente que sea efectivo, porque el único producto en el mercado que había, el mentado Ajax Expel𝁤, lo quitaron por motivos mercadológicos, el único que sí daba resultados. ¿Por qué no fumigas? Porque no, eso es darle muerte a los otros bichos y no es lo que quieres, porque no estás convencida de que la raza humana sea tan especial como para erradicar a los demás para su comodidad. ¿Cómo hacer para que los malignos no vengan a explorar dentro de la casa?
En lo que resuelves eso, tienes que acomodar la ropa que no has podido acomodar: Ahí está la montaña de ropa limpia. Esperará, primero quieres escribir un poco.
A todo esto, ¿por qué estas escribiendo diario? ¿No te dan miedo vaciarte, quedarte sin ideas de lo cotidiano? 
Escribes porque lo extrañas y no hablas con nadie, más que con tus gatas; aunque hoy hablaste con tus alumnos, pero eso no cuenta, son humanos en desarrollo, lento desarrollo. Y no, no temes vaciarte de ideas de lo cotidiano; siempre hay más y más pensamientos, siempre hay un porqué indignarse, un porqué quejarse, un porqué agradecer, un porqué recordar.
Y justo anoche y hoy, mientras limpiabas, te acordabas de aquella persona que rompió tu corazón. ¿Habrás hecho mal tú en enamorarte locamente? ¿Fue él el que no se la quiso jugar por cobarde? ¿Fuiste tú la que se imaginó las cosas? Dudas, aunque sabes que no, que no imaginaste nada, que estaba allí la reciprocidad, que fue él el que decidió retirarse del todo por miedo a cambiar su status quo.
Selbstbetrug?
Las cosas que piensas cuando limpias el hogar. A decir verdad, casi todas las veces que haces aseo consciente de la casa, le das vueltas a las mismas anécdotas.
Pero sí, él fue el de la cochinada.
..…………
Sonreíste otra vez.
El chavo del pan ya te reconoce y sabe que te encantan las banderillas y sí, sus banderillas son formidables. Ya ningún panadero tiene la habilidad de dejarlas crujientes y en el dulzor perfecto.
Pararás. Esa ropa no se va a guardar sola.


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