viernes, 31 de diciembre de 2010

31.12.2010 11:09


Podría empezar a rascar memorias del año, ver que tal vez no todo fue tan bueno, que no tuve aventuras, que no tomé tanto pulque, ni vi a tantos amigos, ni salí del paisito, ni probé nuevas comidas. Podría decir que estoy metida en casa o estoy en un desesperado café internet haciendo esta entrada; podría decir que me escapé de nuevo de las garras familiares y estoy en los brazos de mi amada.
Podría dejar de inventar.
Diré pues, que estoy sentada en mi silla-cuidadora-de-mí y que mi lap Ropota está posada en una mesa negra de patas retráctiles; que mis dedos de nueva cuenta han manchado el teclado, ahora de crema de cacahuate. Tomo un café no tan malo que decía en la etiqueta ser orgánico; como una rebanada del pansote que tanto me gusta; he tomado ya mi avenita, sí aquélla que madre me enseñó a preparar y que ella jura y perjura que gracias a ésta, no tiene gastritis, porque toma grandes cantidades de medicamentos.
Ante la ventana que da al garage y a la nieve, me he sentado a reflexionar (y a flexionar un tanto mi rodilla sobre la otra). He querido escribir tanto sobre este año que al principio parecía atole, pero ya a esta fecha he visto que ni como agua, ni como atole, sino como polvito mágico ha pasado por mí.
Podría hacer la enumeración de los hechos relevantes de mi vida en este periodo de tiempo, pero sería hacer mucha memoria.

Tal vez al rato.
11:27


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