miércoles, 31 de marzo de 2010

Bendita, bendita ignorancia.

A veces soy sólo una chica; a veces hago todo sin preguntar y disfruto del sol (poco sol, en realidad) primaveral. A veces digo la verdad y no me creen.Hoy supe que quiero dejar de querer a Alguien, que ojalá no necesite más de verle, que ojalá estuviera más tranquila (como hace años) por no saber nada de él.
A veces no quisiera ser más que un gato, como la mía, sin más preocupaciones que comer, tomar agua, molestar a mi dueña y dormir. ¿No es buena idea?
Dejar que el tiempo pase y me arrastre... ¿Qué no he hecho esto todos estos años?

Quisiera desaparecer.

Por eso, querida ignorancia, ven a mí; llévame allá lejos al norte y no me regreses hasta que tenga grandes hoyos en la cabeza donde se puedan meter monedas del tamaño de los $1000 de Sor Juana. ¿O qué otra cosa más podría caber?
Ser feliz y ya, sin esperar nada, porque las expectativas sólo erosionan los recuerdos y los saberes que alguna vez se adquirieron. Es cierto, sí, que ya poco sé de lo que se supone que aprendí. Si tan sólo también olvidara que alguna vez supe algo...

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