jueves, 4 de marzo de 2010

El juego II

El barbón perfecto.

Allí estaba, El barbón perfecto, con sus chinos, su barba entera y cerrada, sus lentes de armazón plateada y negra, sus ojos redondos y un libro de Élmer Mendoza. ¿Podría haber sido más perfecto? ¿Podría haber tenido voz de pito o triple pezón? No lo creo y si los tuviera no me importara, porque lo que vi fue suficientemente perfecto para mí. ¿Demasiado perfecto? ¡Jamás!
Pensé en hablarle, pero no quise; estaba muy turbada como para aparentar inteligencia. Lo que hice mejor, fue seguirlo todo lo posible, a través de transportes, calles y metro. Me senté lo convenientemente cerca para contemplarlo en toda su belleza; y lo h
ice.
Los acercamientos que tuve con él fueron un par de miradas cruzadas, en las que él parecía no verme (cual si yo fuera transparente), y una foto del acoso (para que todo mi respetable público pudiera contemplarlo, parcialmente, porque el lente de mi celular está un poco puerco y porque nunca pude tomarle la foto de frente). ¿Me excedí?

Helo aquí.

1 comentario:

Ricardo ALA dijo...

Hmmmm. Quizas deba dejarme crecer la barba...