jueves, 2 de febrero de 2012

De una cosa a otra


Ejes y direcciones. Regiones de la vida, partes de muerte que conjuran en silencio para apoderarse de este cuerpo, ¿qué hay allí?
Una soledad entre todas las palabras bien articuladas y laboriosamente unidas; la oscuridad tan densa que se deja dibujar en ella los deseos resguardados de los años; las gotas de tiempo se evaporan antes de borrar los recuerdos o las motivaciones que son un paraguas efectivo y natural. Lo que siempre estará, lleno de confusión, meterá mano en los relatos, modificará el final de siempre. Hará ramificaciones en mi cuerpo y de nuevo cambiará, se hará otro, se hará nunca, compartirá la muerte de la que está hecho.
Posibilidades jamas imaginadas, incómodas posibilidades, como un guisante bajo colchones de plumas, como una hoja por debajo de la ropa, y posibilidades no terribles que llenan de esperanza —disculpe usted, ¿esperanzas?—y envuelven de fe al contenido del cuerpo. El aire fresco entra entonces por mis ojos y sale por los colmillos, otrora sedientos de saliva, termina en la luz de los colores que todos miran, y me miran.

No hay comentarios: