No más miedo.
El corazón medio detenido, medio parado, medio avanzando. El corazón.
El cuerpo tan levantado como puede; tiene que encorvarse de vez en cuando.
Los mensajes, los vacíos, las ausencias, las voces en la cabeza.
¿El miedo?No más.
Las prohibiciones, aquellos rencores sordos que aturdían lenguas disparatadas e ideas mínimas.
Derrotas...
El cuidado y estar bien con la carne y el hueso, con lo tangible tibio que reconforta y ser
tan única como siempre he sido, tan yo, tan misma: Auténtica.
Las cuentas claras y el chocolate espeso; las mías y el que yo tome.
Mientras tanto, se asoma el bello pasado; me avienta una cobija; me dice que no más preocupaciones, que seré chiquita para siempre y me alienta a seguir adelante con mis nuevos días. En tanto, el resplandor del presente me tienta y me lleva hacia sí; me dice que me cuida, que seré valiente para siempre y me alienta a seguir siendo lo que siempre he sido.
Yo me dispongo a todo y todos, medio que sonrío, medio que me río, nunca falsamente.
¿La tristeza? ¿Los huecos?
Van y vienen en espiral.
Los veo de frente, los encaro: ahora seré brava.
En realidad, mi vida siempre ha sido una espiral.
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