sábado, 9 de octubre de 2010

Un poquitico


Música barroca de fondo.
Atolondramientos y ensueños, picor en la garganta, como si lo necesitara y nadie que me cuide. Ahora sí, ni cuando me sentía muy enferma y a mi madre le daba por irse de la ciudad. No tan sola entonces, de menos el suelo no está helado, de menos no está el ánimo por los suelos porque no se supone que no debería estar sola.
Sueños, tal vez sueños de enfermedad, casas solas, oscuras, viejas, aquélla hacienda que habitaron mis abuelos hasta su muerte, las viejas puertas de madera, las que sólo se cerraban con una tranca y la salida a la carretera, ésa que sigue siendo transitada por los locales, pues hay ya una nueva, pero de paga.
Los enredos duermentes, las misiones incumplidas, la cama hecha nudo por los fríos de la noche; que debí haber prendido el calentador más temprano.
Leo tan bien las intenciones y las medias palabras; sé tan bien cuando las cosas funcionan, cuando tienen rumbo y cuando no, que se despinta casi de inmediato el ánimo y lo pongo en tinta-papel y da a veces resultados magníficos (aunque las cuestiones mías pendan de un hilo seboso).
Música del siglo XX de fondo.

No hay comentarios: