sábado, 2 de diciembre de 2017

1ro. de diciembre

Empecemos por el inicio, terminemos ya.
Que de este año lo único que he sacado ha sido un gran temblor.
Tal vez estaba en mi zona de confort, tal vez todos lo estábamos, ¿y luego qué? ¡Plas!
Para algunos no significó nada, para otros todo. 
Nuestros hogares se movieron de más, demasiado. Tuve fortuna en no perderlo, pero mi hogar interior quedó blandito, frágil.
Ahora puedo llorar por lo que duele, así, sin más. No aguanto mucho tiempo cuando hay algo que cala. ¿Qué cala?
El saber, el constatar que no he alcanzado lo que me he propuesto.
El que alguien externo me diga que no me apuro a hacer, realizar, tal o cual cosa.
El ver cómo el tiempo me ha comido y pues nada, aquí todo sigue igual… Todo igual, ¿o no?
Lo que ha hecho diferente este año puede o no continuar, puede y no depender de mí.
Una cosa depende enteramente de mí, pero estoy un tanto rota.
La otra no, no sé, ni quiero saber, ya no.

He quedado demasiado blanda, demasiado insoportable para mí y los demás. A cualquier provocación puedo volver a sentirme mal, triste, decepcionada, decepcionada de mí.
Esta vez no me siento aislada; esta vez articulo mis tristezas y me siento fuera de lugar, porque todos los demás están tristes también.
Seguiré porque así debe de ser.

Esta entrada es una basura.
A veces aún tengo los miedos irracionales.
Quiero una cama calientita, de menos.

¿Qué más puedo decir??
No quiero un cambio, quiero lo que quiero, completar, terminar, acabar, lograr.
¿Y mi divinidad? ¿Acaso me ha abandonado? ¿Acaso se fue como el agua en los manantiales tras el temblor? No la siento, no me abraza.
¿Y esa terrible necesidad de amar? ¿Se detuvo? ¿Me abandonó? ¿Me he equivocado y no era eso?
Me extraño.



No hay comentarios: