viernes, 5 de agosto de 2011

Hartura


De este día, en el que he estado de lo más harta. De ese día que llegó bueno y que se tornó pesado, por hacer, lo que se supone no debería ser, cada vez más pesado, más tedioso. De ese día en el que el arrepentimiento por existir en esa habitación llega y no se va. De ese día en el que la frustración rebasa las frentes y en el frente ya no resta nadie y ya ni besos se pueden dar. De ese día en el que sólo se piensa en palabras que vinieron, que dijeron todo y se rememoran los gestos. El gesto.

De ese día quedan algunos restos. De los actores del día, quedarán no más que los huesos.

De este día que ya corre, que se siente pesado, que ya carga de responsabilidades y actos de los que no se puede escapar. Ya ni siquiera esas ganas quedan. De ese día en el que la reflexión habrá quedado únicamente en las rodillas, y que la cabeza fría se ha perdido en la bruma de los recuerdos. De ese día, del silencio, de saber que siempre va a ser lo mismo; que jamás se ha ido. Permanecerá.


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