jueves, 15 de julio de 2010

Ganas de escribir.


La gente extraña desaparece con el tiempo y vuelve con el viento, luego el viento se retira y la gente extraña se asienta, se manifiesta en forma de polvo incómodo y es menester barrerlos, moverlos de su quietud acechante o alejarlos con la humedad del trapo frío e indiferente.
A la gente se le extraña por no ser lo que era o por pretender ser lo que es o por haber sido lo no hecho. ¿Cómo se les puede borrar de la mente? ¿Cómo se les puede dejar de enunciar sin querer en cada párrafo constante de vida?
Los maniáticos que vienen y me hacen reír; ojalá estuviera más tiempo cerca de ellos, para deshilachar el tejido sucio de memorias que no valen ya ni para trapear el suelo lleno de pintura que dejó la última remodelación del hogar. Pero no, en menos de un parpadeo me quedo sola, jodidamente sola, disfrutablemente sola y conduzco por la vía directa a las alturas, escucho mi grupo favorito y anhelo que no haya más de ese silencio incómodo que retuerce mis tripas, cual si hubiera sido víctima de una bomba de mole, coco fresco y agua de jamaica.
No estoy más sola; llegaron los otros habitantes del hogar; sin embargo sigue el silencio (y crece malignamente el frío que estornuda mi nariz y tapa).


¿Cantar es la única salida que tengo hacia la paz mental?

Aquí las amigos coralistas y yo.


1 comentario:

Blá. dijo...

las personas vienen y van. los silencios viene y van. el mundo e va y uno recién viene. y viene sola, desde siempre. lo importante es disfrutar, vivir.