lunes, 22 de octubre de 2018

Fufú

Día uno:
Tormenta, mucha, mucha tormenta. ¡Se está cayendo el cielo! Qué bueno que estamos resguardados. La gata Isis está en nosotros en la camita. Las tormentas en Cuautla no son eternas, como las de la Ciudad de México, por fortuna. Bajamos a la cocina, porque tenemos hambre y sed. Escucho un maullido: Míau, míau, míau, más maullidos, míau, míau. Me asomo por la puerta. Hay un gatito que camina debajo del auto hacia la puerta de la casa, está mojado y asustado, ¿qué hacemos? Seguro su madre lo perdió por la tormenta, seguro él está perdido. Tengo higaditos para Isis y resuelvo darle uno. 
Se acerca sigiloso y come con hambre, con mucha hambre. No se deja agarrar y me tira un: ¡Fuuu!

Día dos:
Sueño que la gata Isis no está conmigo y que busco al gatito por todas partes y que, cuando lo encuentro, se ha convertido en un gusanito. Despertamos. Las niñas de la vecina intentan agarrar al gatito, pero él se escapa; se mete al terreno de al lado, un terreno lleno de maleza. No podemos sacarlo. Después mi novio dice que su maullido está más lejos; seguro se ha ido a buscar a su madre, cuando de pronto, lo escuchamos cerca, más cerca. Logramos que se meta al cuarto de lavado, le ponemos un caminito de comida y lechita tibia, come con voracidad. ¿Dormirá allí? Mi novio le había acomodado un cajón con periódicos, esperamos que así sea.

Día tres:
Despierto. ¿Estará el gatito?
Mi novio sale y ahí está, no, no está ahí, se ha ido y, después de poner el café, después de prender la bomba de agua y cerrar la puerta, el gatito está ahí, en el cuartito de lavado: "Ahí está", y sí. Le damos lechita tibia en lo que salgo con la señora del pollo para comprarle un retacito para alimentarlo. 
Se pone a jugar con una basurita, con un cajón lleno de papeles, ¡los ataca! Vemos que se siente cómodo. Voy con él, me le acerco, le tiendo las manos, las huele y zas…logro capturarlo. Comienza a ronronear como camión DINA, luego mi novio baja y lo pongo en su regazo también. Parece que el gatito que trajo la tormenta sí se quiso quedar.



¿Y la gata Isis? ¿Qué dirá? 
La gata Isis ya la ha olido a través de la puerta, no ha dicho nada. Esperemos que no se ponga celosa y es que, ¡¿cómo iba a dejar a un indefenso bajo las tormentas de esta temporada?!
La gata Isis también es buena, ¿verdad?? Por el momento, el gatito vivirá en el cuartito de lavado, es lo mejor.

Como la primera vez que lo quise agarrar, me dijo: Fuuuu, le he puesto: Fufú.



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