viernes, 12 de enero de 2018

Silencio, ruido y amor.

Un encuentro fortuito, un encuentro feliz, ¿quién iba a pensar que entraría a esa cafetería?
Charla, diversión, puntos de vista encontrados. Sí, me da gusto comprobar que las personas bonitas se quedan a mi lado, que yo las quiero y que me quieren. Me lleno de gozo inusitado. Y pensar que me sentía aislada del mundo en este gélido castillo.
Luego hablamos del pasado más pasado, cuando me entregaba al tormento y ella estaba alrededor, ¿qué fue de esa persona innombrable? Lo descubrí. Está bien y me da cierto alivio y repulsión a la vez, porque esa persona provoca el máximo terror en mí, no así a quien vi, ella me llena de gusto y me da mucha felicidad que aún esté en mi vida, que, a pesar de los desencuentros, podamos compartir espacio, charlas, diversiones, y ¡cómo no! Si nos conocemos de varios años, compartimos cama, jabón, almohada y juegos.
Y ustedes, ¿con quién se quedan en la vida? ¿Con quien los quiere o con quien no?
Supongo que un poco de desamor, de ser malquerido, también ayuda a comprender, a aprender, a tomar y retomar camino, sí, eso debe ser, aunque duele y no, uno no se acostumbra a ese dolor agudo del alma que viene, va y se regresa, pero cada que regresa es menor, se va durmiendo, se sedimenta, se convierte en arenilla y ahí se queda, convertida en el bonito recuerdo, en el aprendizaje necesario, en algo digno de ser transformado y a amar siempre…
Mejor amar siempre que andar de víctima, que andar clamando, que la injusticia, que los males del mundo, que lucharé, que todos son iguales, que ay…¡Ay no! Más vale teorizar sólo un rato y luego seguir, más vale no quedarse en la mera reflexión y actuar, hacer, emprender. Sino, ¿para qué vinimos a este mundo matraca? ¿Para luchar, pelear, estar en la inconformidad, demandar, denunciar?
O tal vez vinimos para hacer, no dejar que se cometa la injusticia y, si se comete, tomarla, hacerla a un lado y no arroparse en ella porque, ¿para qué? Si bien se puede seguir moviendo el mundo, el cuerpo, manejar la propia vida, no pelear, sino emprender, hacer siempre.
La pelea es cansada.
La acción llena.
Ando que ando y sí ando. Ahora sí que ando. Ahora que decido seguir amando, aunque no le parezca, porque ese es su problema, no el mío.
El amor como forma de vida. 


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