martes, 6 de octubre de 2009

Lo que sigue...

Sobre las apetencias o no sexuales.
Sobre las apentencias ¡oh, no! sexuales.
Sobre las apetencias sexuales.
¿En qué he estado pensando estas últimas semanas? ¿Qué es lo que he querido decir y no he podido? Mis apetitos.
No de una buena torta cubana o de un tamalito caliente con café o de siquiera hacer el postre de chocolate que le vi hacer a Narda el otro día; no, sino de mis apetitos setsuales.
¡Qué vana es esta chica! dirá el asiduo lector, pues sí, voy vana, tengo comezones (como ya lo habrá podido notar), tengo inseguridades, tormentos, quiebres (pero poco se me quiebra la reversa, verá, lector que a veces sí a veces no, pero ése no es tema de esta entrada).
La verdad es que ya hacía falta un revolcón de dos a tres caídas sin límite de tiempo, la verdad. No sé por qué mi amada Gato andaba tan cansao, ni ella sabe, pero ya desquitamos...

Y por eso pego aquí mis instrumentos de tortura, digo de seducción extrema. Los usé por dos razones, porque tocaba usar tacones y porque mi Gato me había dicho que jamás había usado liguero para ella. La verdad escrita aquí es que la última vez que lo usé, aún estaba Zollman a cargo de la OFUNAM, pero bueno. VOLVÍ A USAR LIGUERO PARA MI GATO. Además de que me da muchísimo caché. ¿Qué mujer joven en este época lo sigue usando?

1 comentario:

Gato,gato,gatovolador dijo...

Así mi suelo parece limpísimo, pulcro y casi cristalino. Bueno, es no. Los elementos de la imagen apenas sugieren los gozos que trajeron consigo. Mucha diversión.