viernes, 20 de marzo de 2009

Sin ganas

Sin ganas de la que dejé, ni de explicar, ni de replicar. Nada.
Sin ganas por su grosería, por la grosería de todos, por la parquedad de quien no se supone que deba serlo.
Sin ganas porque nadie a quien yo pueda gritarle aparece (o patearle los tanates).
Sin ganas de llamar por teléfono y decir que he soñado con ella (la que me dejó).
Ojalá se las lleve la chingada, por groseras y estúpidas.

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