sábado, 31 de mayo de 2008

Cuando todo acaba en pelea

Farsantes, no farsante, quien se fue, quien se iba a ir, quien se quedó. Y todo termina en pelea una y otra vez. En busca de la estabilidad, en busca de la compatibilidad absoluta, en busca de la redención, en busca el pecado mortal extremo. Quien estuvo picando hace tanto tiempo lo sigue haciendo, quien trató de suplantarme, lo sigue haciendo. Aunque ya no quepa yo en el lugar, aún así se siente como si fuera real.
Son carroñeros. Odio a los carroñeros. No pueden formarse una personalidad propia, no pueden hacerse de amigos nuevos, sin buscar pleito y causar problemas. ¿Dónde está la autenticidad? ¿A dónde se fue el ser valiente y formal que espera el turno correctamente?
Sé que no he sido una santa; sé que soy peor persona de lo que se espera. Pero de lo que estoy segura plenamente es que jamás me metería de forma cizañosa entre dos o más personas. Lo demás, lo de irse, lo de hacer lo indebido, lo de no pensar en el otro y guiarse por mis impulsos, lo de hacerle caso a mi instinto y no a mi razón, de eso sí seré todo lo culpable que se me impute, quieran y apetezcan.
Aunque nadie lea esto... Lo siento.
Alma desgarrada.

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