martes, 10 de abril de 2018

Montaña rusa

La montaña rusa de las emociones me ataca.
Me ataca, me muerde, me ata.
Se sacia de mí y a la vez me llena de energía.
Luego me patea y se burla de mí.
Todo pasa en un sólo día, todo pasa.
Una hora triste, dos alegre, tres ansiosa, y repita.
La montaña rusa de las emociones no me deja descansar.
Quiere mi atención, me llama,
requiere mi alma tal vez.
O tal vez sólo quiera que yo no esté en mí, sólo ella,
las emociones.
¡Quién quita y un día despierte y sea la montaña misma!
Extraño las tardes estables.
Extraño los días radiantes, el viento.
Extraño la falta de ropa, el sueño contento.
Extraño las charlas, los hallazgos, extraño.
Cuando despierte y sea la montaña sólo los valientes vendrán a mí,
sólo los honrados, los verdaderos, los buenos,
aquellos que merecen mi seno y mi calor.
Los que han despreciado las bondades no sabrán
no dirán, no hablarán, no verán.
Serán el gran no, el no gigante, el que acapara,
la parte baja de la montaña
y el grito callado.
Esta montaña rusa me tiene presa.
La montaña rusa me tiene atada a ella.
Si algún día me ven montaña, sean conmigo,
monten en mí y viajen.


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