jueves, 30 de agosto de 2012

Cuando las hormonas atacan (menos).

Del diario de calle.
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Miércoles                                         20082912

Me han dado ganas de escribir. Escribo. Mi mente más despejada está. Despejo. De espejo. Su mente es un espejo y la megalomanía lo domina. Es Megalós y eso me gusta, y eso le cuadra. 
Soy por mucho la mujer más feliz, porque lo tengo conmigo, sin condiciones, sin problemas de nadie. Somos dos y somos todo. Me encanta y lo amo, a él, al que he querido de continuo por muchos años: Mientras estaba, mientras estuvo, mientras se fue a ser sí mismo, mientras regresó y quiso ser parte de algunas historias, mientras se dejó caer y cobró confianza. Hasta que quiso quedarse conmigo, hasta que con magia vio la posibilidad de estar conmigo. Hasta que me quiso para sí.
Yo que siempre lo quise todo el tiempo. Recuerdo mi enamoramiento, el rechazo, la ardidez, el dolor. Recuerdo menos ya. 
Los días en los que me preguntaba cómo estaba, en los que quería saber si estaba bien, si era otro o el mismo. No sabía si volver, pero claro era para mí que amigo de toda la vida seríamos neuróticos y locos.
Sorpresa para mí es ese amor que siente.
Yo, la más feliz.


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