martes, 14 de agosto de 2012

Cosas agradables

De las cosas desagradables no quiero hablar, no las quiero recordar, ni escribir. Las cosas desagradables que se queden con ellos, con los que las provocan, que se queden en su semilla, en su vida, que fructifiquen en ellos.
Las cosas agradables las quiero para mí, lo quiero conmigo y quisiera perder ya poco tiempo para disfrutar de su compañía, de las respiraciones largas, de los esfuerzos con la diestra, de las rodillas puestas en la posición perfecta. Tiempo y forma quiero para todo eso, para no dejar de ser quien soy y serlo por primera vez. 
Las cosas agradables que me abrasan, que tienen la mente en blanco más las veces que los cuandos. Las cosas agradables y las tablas salvadoras; los remansos donde descansaré después de las agresiones de las tardes, o las noches, después de que las cosas desagradables vomiten en mí hasta lo que ya no pueden vomitar.

Sólo deseo dejarme navegar por los dedos largos y finos ensalivados de mí.



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