domingo, 17 de julio de 2011

La historia huele a billete viejo.


Cuando nadie es capaz de decir lo que le carcome, es mejor dejarlo por la paz; no hacer guerra, porque es incomprensible. ¿Cuál es la mejor manera de actuar ante noticias viejas, justicias divinas y sucesos relevantes? Ser una piedra de río y dejarse moldear por la corriente, por los vientos, por las incertidumbres.
Cuando no se puede más con los pesos ajenos, ¿dejarlos caer por sí mismos? Cuando no se puede dar opinión genuina, ¿caer en los lugares comunes del habla? ¿Quién es el que dicta el registro de las palabras?
Muchas cosas podrían escribirse, pero no darían buen efecto. Siempre es mejor hablar, siempre será mejor enunciar; un poco de ruido no hace daño. Más cosas aún podrían haberse dicho en el momento ¿para qué? Si la gente quiere desperdiciar lo bueno, si desechan lo que otros quieren, si gustan de aquello de comer pan enfrente de los pobres, ¿qué se debería reclamar, a quién?




No hay comentarios: