lunes, 13 de abril de 2009

Como si fuera ayer



A unos 60 km. al norte del Trópico de Cáncer.
Las cerrazones, como siempre, como ayer. Nunca será de otro modo: tratar de escapar y caer el los mismos sitios, tan comunes, áridos. Por más que grite, nadie escuchará; no aprendieron; no hay forma de enseñarles.
El demasiado alboroto puede ser atractivo, quizás por unas horas, mas, después de veinticuatro, el ruido aumente, ensordece; mi único oído lo resiente y es entonces cuando...


GRITO.


Me canso de gritar y GRITO MÁS. Me canso de gritar más y GRITO HASTA AGOTAR MIS RECURSOS VOCALES. Me canso de gritar hasta agotar mis recursos vocales y GRITOOOOOO.


Después todo se calma. Callo. No recapacito. Todo parece olvidado, hasta perdonado. De vez en cuando se oirán reclamos y chistes de mal gusto sobre el asunto, será entonces cuando...


GRITE.


A un poco más de 2,240 m. sobre el nivel del mar.
Al llegar a casa, todo está casi como lo dejé. Sólo mi perra hizo algún destrozo.
Al despertar en casa, todo está casi normal: Sonó el teléfono. ¿El perdón? O tan sólo fue recordar como es que sí se conoce al otro.


Ah, tal pareciera que conmigo todos pueden ser "Yo" (sí mismos).

No hay comentarios: