jueves, 31 de julio de 2008

¡Ah, lo social!

Lo social, lo social, lo social, también la psique, pero no sé nada de ella, así que me enfocaré en lo social. Quien fue y no se fue, porque se quedó resguardada en el vacío de sus paredes blancas, quien se fue, fui yo; hacia las frías, altas tierras alejadas de la metrópoli, pero aún consideradas como tal. Parece que no cambié y sí. Lo intenté, ¿lo hice? No importa. Siempre yo, siempre reconocida hasta para el menos avispado de los humanos que me tienen por contacto. Quién sabe si es malo para la salud, pero no veo otra forma de ser. Tal vez daré asco en algunas ocasiones, tal vez se me quiera ahorcar de vez en cuando. No hay remedio ni en la ciencia, ni en las artes obscuras, para mí. Lo sientooooo...
Estoy divagando. No soy valiente para decir lo que quiero decir.
Hubo un confinamiento terrorífico hace poco, hace muy poco. Confinamiento con "Paleta de caramelo maciso sabor cereza", conocida por rumbos diversos, en donde poco me importaron las consecuencias. Había que hacerlo o moriría de cáncer, hipertensión o úlcera. Qué se yo, porque mis curvas emocionales, tarde o temprano, merman mi salud y porque andaba distraída y eso podría causar accidentes. Casi todo un fin de semana con ella, de arañazos y reclamos casi podridos, moridas y demostraciones, también cosas bellas. Ella, sus cosas. Yo, las mías.
Un día después, con cabeza casi fría, saqué una horrible conclusión. No sé si ponerla.
¿Jugará con esa nueva persona con soltura porque se trata de un individuo masculino? ¿Porque es bien visto por la sociedad y así ella se siente protegida? ¿Será por la figura imponente de su padre y así ella, al jugar, no tiene que ser del todo responsable de sí?
No quisiera haberlo pensado, menos escrito pero...
Tuve que.

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