lunes, 21 de enero de 2019

La primera de enero

¡Cómo pasa el tiempo!
Llegamos aquí en agosto y ya es enero, e-ne-ro.
Quedamos en que acá haríamos las cosas que nos gustan y apasionan. Aún no ha pasado ello.
Supe que una poetiza murió. Leí sus poemas por primera vez. Me arrepentí de hacerlo. No me gustaron. ¿Es en serio que así es la poesía publicada en el siglo XXI? ¿Y las formas? ¿Los fondos? ¿La retórica? ¿Las figuras?
Escribir por tema poesía no es lo conveniente. Lo deseable es escribir poesía de todo aquello que te mueva la entraña, te parta el alma, conozcas, te arranque el corazón, te parta en pedazos. Escribir desde muy adentro, desde las profundidades de la mente. Sino, no. ¿En serio eso leen ahora?
Sujeto, verbo, predicado.  No más.
También me dijeron por ahí que la industria editorial pide textos así, sin más juegos de palabras, sin retóricas locas. La lengua descorazonada.
Escribir entonces y ya. ¿Por qué sólo piden que se cuente una historia? ¿Y la forma de contarla ya no vale? Justo eso es parte del placer de la lectura, del placer estético.
Escribo esto porque todos se han estado interesando en problemas políticos demasiado calientes, demasiado calientes y egoístas, por eso he optado por no decir nada, nadita al respecto, por apegarme a mi agenda política y acatar mis reglas, así, también egoísta, porque, como ya había dicho, es mi trinchera. ¿Mi trinchera?
La trinchera del placer, de cuerpo, de EL ARTEEEEEE. La posición desde la divinidad de lo Femenino, el origen, la vida misma, ¿y a qué vinimos sino a gozar??? ¿Y cómo gozar? Pues con el cuerpo, ¡qué más! Y en este cuerpecito hermoso tenemos una bella mente, mente que hay que alimentar y cultivar con EL ARTEEEEEE.
Vamos a hacer arte.
¿Qué la gente no se aburre de no hacer arte? ¿Qué la gente no se cansa de oír las mismas canciones insípidas de dos acordes (o uno) y cuatro —por mucho— notas en su melodía? ¿No se aturden de los gritos desafinados, de las palabras burdas, de la falta de elaboración en el mensaje? ¿No??
Se puede hacer de la vida arte, así como se puede hacer arte de una vida. 
El arte como forma de vida.
Ya sé que un montón de autores ha escrito sobre ello.
Me pregunto, ¿cuándo, cómo, hasta dónde podremos hacerlo?
El ruido de agobia. El ruido me quita la tranquilidad. El ruido me impide concentrarme en las cosas que importan. Eso descubrimos aquel día en que le conté a mi Amor sobre qué fue lo que me puso mal durante el temblor del 19 de septiembre: El ruido.
Sin silencio poco puedo hacer.
Me descubierto, tal vez ya sabía, que el silencio es mi mejor aliado, que mi cabeza es tonta, que no puedo andar por la vida si no estoy dándole voz a mis pensamientos únicamente. El acto más egoísta.
Si no sigo los pasos que me estoy nombrando en silencio, pierdo el hilo de los acontecimientos, aunque sean los más cotidianos y automáticos. ¿Me estaré poniendo vieja? 


No hay comentarios: