viernes, 8 de junio de 2018

En el cielo y en la tierra.

Tengo sueño. Tengo mucho sueño. No había querido escribir nada, ni aquí, ni en el diario de papel, porque me he visto inmersa en el proceso creativo pero, ¡oh sorpresa! El proceso creativo hizo una pausa forzosa por el dolor anímico y físico de la persona que amo.
Es casi imposible concentrarme en las cosas programadas, las cosas reales y bellas, cuando se tiene la cabeza en otro sitio. Sí, sabía que eso podía pasar, pero no sabía que me podía doler así, que me podía pegar de manera tangencial y a la vez tan directa. Nos ha tomado desprevenido a todos.
Pero yo no tengo derecho a quejarme, ni a manifestar desazón. No puedo expresar más que apoyo y dar mi mejor cara, mostrar mi mejor actitud. Y ya.
¡Qué bonito se ve el cielo desde mi ventana!
Toca ser la persona fuerte, la paciente, y no me quejo, pero ojalá también mi corazón encontrara sosiego. Sé que su corazón merece más sosiego, un pedazo de belleza (le entregaré mi belleza), un toque de sabor (le quitaré los sinsabores), miradas buenas y risas.
¿Será la necesidad de sentirse necesitada o será el auténtico dolor por el otro, la compasión?
No lo sé y me atormenta un poco.
No sé si estoy siendo egoísta o si me esfuerzo demasiado. No sé cómo actuar exactamente. ¡Ah, cómo lo extraño! 
Mejor quedarme con los pensamientos tristes, con las dudas, no vaya a ser que reaccione de mala manera y no lo merezca, porque no lo merece, tampoco lo merezco yo.
Toda la tarde con sueño y en silencio, porque más vale tomar la siesta y recuperarse, porque más vale tragarse las palabras y no dejarse llevar por los tormentos psíquicos que no me competen.
Ser simplemente una  E v a  que está ahí, para cuando se le necesite. Suena duro, pero es lo mejor.
En eso también consiste el amor.




No hay comentarios: