domingo, 11 de junio de 2017

Un once de junio.

En silencio, después de haber visto una película sobre las posibilidades de la vida, con la gata maullando a un lado, me dispongo a escribir sobre este once de junio y sus maravillas, sus milagros, sus hallazgos y esperanzas. 
Veo que la gata se acomoda, porque quiere calor, porque es adicta a hacerme compañía y porque ya está vieja. Ronronea. Siempre que la gata yace junto a mí y exige que no me mueva constato lo que es el amor verdadero, el de los ojos de la plena confianza y la última mirada antes del fin del mundo, ese fin del mundo que sí nos llegó y que pocos percibimos. Corazón.
El once de junio es el día de mi Amor. El día en que recuerdo que alguna vez estuve locamente enamorada, que lo seguía y perseguía con la mente, los ojos y eventualmente mis piernas. Es el día que alguien más escogió para que naciera y el día en que se funda mi amor.
El día que no es el día porque es un error, pero es el día porque deseo, y siempre deseé, que lo fuera (el amor, no el error), es el día que se marca mi eterno amor, mi deseo, el sueño, la esperanza y la fe, esas que estuvieron dormidas bajo kilos y kilos de realidad y negación, pero que siempre, como yo, estuvieron allí, expectantes.
Ese salto de fe que siempre me había negado a dar, que me mata de miedo, ese salto es el que me mantiene aquí y ahora junto a él, el que siempre ha sido mi sueño y mi deseo, él, el magnífico entre todos. Corazón.
¿Qué es el Amor después de todo? No es el negar lo malo, lo sucio, lo doloroso, es sumarlo y justo ponerlo al lado de lo maravilloso, lo impoluto y lo placentero. El amor es una mezcla rica de todos, como un batido de fresa con notas de amaranto y una cereza fresca encima, como un buen café aromático y cargado, bien negro como mi alma, revitalizante.
El amor es llegar a prisa a ver a alguien, llevarle cosa rica, es la risa a la distancia, la entera mirada en los detalles más hermosos sin que el otro se de cuenta y el amor está en todas partes, en todas formas, en todos los sabores. 
Aunque unos digan que eso no es cierto, aunque unos nieguen que son capaces de experimentarlo, aunque todo esto se lea cursi, esto es el Amor y más, porque entre menos pienso, más maneras encuentro de decirlo, de decir que el amor es una cama suave o la firme pared que todo lo sostiene, dejar dormir al otro o impedir que el sueño interrumpa las pasiones, salir a jugar y tomar un helado o sentarse a ver televisión y comer una hamburguesa. El amor es compañía, comprensión, entrega y confianza, esa plena confianza que me hace llorar en la novela de Kundera. 
¿Será el amor eterno retorno, así como año con año está en el calendario, sin falta, un once de junio?
Sólo sé que el once de junio es el día de mi Amor y que ninguna tormenta emocional me arrebatará el sosiego de saber que el Amor, ese que siempre quise, está conmigo.

El amor

1 comentario:

Antonio dijo...

Te amo, porque tú y solo tú, incluso antes que yo, supiste quién era. Y por eso este once es bello pese a las tormentas, las climáticas y emocionales, las del malestar y el tedio. Te amo, Eva Berenice Castañeda Palacios. Solo para tí soy, como tú para mí.