martes, 18 de junio de 2013

Con todos los apesares


Entre el amor del mundo y el amor del universo. Estás tú, está él, está ella, están todos; estamos. Yo no sé si sea cierto que el destino existe, que el alma existe, que hay de verdad un fino hilo dorado que nos une y que, siempre sin quererlo, terminamos cruzándonos en alguna esquina, en algún día nublado, en las conversaciones de otros.
Fue revelación o simple impresión de que no estamos solos, que sí estamos solos, pero al final del día, cuando uno se levanta del lecho—aunque en realidad es al principio del día—hay alguien allí para desengañarnos de la terrible soledad que decimos padecer. Quizá será optimismo, del más insípido, quizá sea algo demasiado abstracto como para esta página virtual; sin embargo así lo sentí ayer y así lo sigo sintiendo ahora.
A pesar de los apesares. 
Y todos los días perdidos, con los dolores padecidos, con las desventuras, decepciones, con los juegos de palabras ininteligibles, para apantallar al más necio, todos, están uno sobre otro, explicándome lo que es la vida; bola de miedos, emociones y deseos.
Si tan siquiera hubiera podido decir estas palabras en vez de dejarlas escritas; si tan siquiera hubiera menos confusión en el teclado; si tuviera valor. Pero no lo tengo.
Los quiero a todos, por separado y juntos y tal vez, algún día, pueda verlos en la unidad que todos creen que es el cielo y allí, finalmente, pueda desbordar sobre ellos aquello que no soy capaz de expresar en estos momentos.
Hubiera querido de verdad haber podido gozar de la efusividad que necesitaba. 
Ahora está atorada en el pecho.


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