miércoles, 20 de junio de 2012

La complicidad de un secreto compartido.

Foto del pasado.

Los sueños que revelan cosas, ¿qué sueño no lo hace? Los sueños que incomodan al soñante son saber por qué o cómo y al final de un baño, cuando no se tiene nada en mente, traen los conflictos. Esas ganas de ser cómplice de alguien, esas ganas de intimidad y de no invitar a nadie. Los guiños, las sonrisas, las fiestas de dos y acaso contarle a un par de amigos.
Los sueños con recuerdos añejos. ¿Cómo llegó eso allí?
Aún no es tiempo—y lo es—de contar aquello; sin embargo daré más segundos a este día con solsticio de verano, para dar espacio entre sueño, suceso y dubitación.
Los sueños que son espejos de días buenos—porque pesadillas no son—me echan de cabeza y aflojan la lengua para decir aquello, aquello que no se dice, pero que ya se dijo, y que se dirá. Sé que no pasará nada malo, sé que quedará todo bien entendido, pero los sueños vienen, molestan, remueven cosas. Las caretas empolvadas no quieren salir ya más, pero siguen guardadas, ¿qué será de ellas? ¿las pondré en un museo? 
Los sueños resuelven cosas que no quería yo resolver, pero ocultar no puedo más.
Empecé haciendo lo correcto, así seguiré. 
El amor de eso trata en estos días.


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